– Las fiestas cardinales

La literatura tradicional de todos los países contiene innumerables leyendas y relatos de batallas mitológicas entre las fuerzas de la luz y de la oscuridad. En el hemisferio norte, el 21 de junio, con el solsticio de verano, se entra al período en el que la luz triunfa sobre la oscuridad y, unos pocos días después, el 24 de junio, se celebra la fiesta de San Juan.

En esa fecha se acostumbra encender fogatas que arden toda la noche. El solsticio de verano es regido por el Arcángel Uriel. La Iglesia nunca menciona a este arcángel, y se pueden preguntar por qué. Los Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel, que presiden las tres grandes fiestas del solsticio de invierno, y los equinoccios de primavera y otoño, son todos familiares para los cristianos, pero Uriel es casi desconocido.

Uriel es un arcángel de luz: su nombre significa «Dios es mi luz». La fiesta de San Juan coincide con el momento en que el sol entra a Cáncer – el signo en el que Venus está en exaltación – y no es una coincidencia, pues la fiesta de San Juan es la fiesta del fuego, la fiesta del calor veraniego, que hace madurar a la fruta y otras cosas en la naturaleza. En el verano, la naturaleza está encendida con fuego. Pero este fuego, también es el fuego del amor físico, sensual, y es bien conocido que en algunos países, la noche de San Juan era la ocasión de todo tipo de excesos sexuales. Esto, no cabe duda, es por qué la Iglesia siempre ha preferido no dar prominencia al Arcángel Uriel y a la celebración del solsticio de verano.

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En el Árbol Sefirótico de la Vida, Uriel es el arcángel del sephirah Malkuth, la tierra. Como tal, está en comunicación con el fuego interno del planeta, y algunos de los ángeles bajo su comando, trabajan con los metales y las piedras preciosas de la tierra. Este es el trabajo que los griegos atribuían a su dios Hefestos (Vulcano para los romanos.). Hefestos, o Vulcano, usaba fuego mientras trabajaba con la piedra y el metal, pues el fuego es la única fuerza capaz de fundir la piedra y el metal, y hacerles maleables.

Si estamos conscientes y atentos durante este período del solsticio de verano, cuando la luz está en su nivel más poderoso y las fuerzas de la noche y la oscuridad se retiran, recibiremos el poder de lanzar un ataque sobre nuestra propia oscuridad interior – y tendremos una buena oportunidad de salir victoriosos.

Cuando las noches se vuelven más largas y la luz se desvanece, cuando las corrientes vitales en el mundo comienzan a contraerse y menguar bajo la presión de fuerzas contrarias que ganan en vigor, no es el momento de llevar a cabo ese tipo de trabajo. Las condiciones, tanto internas como externas, no se prestan ya para un ataque directo sobre fuerzas hostiles. En un período en el que la luz está triunfante, sin embargo, los hombres y mujeres que tengan el verdadero deseo de hacer algún trabajo importante para el mundo, lo pueden hacer en buenas condiciones: si ya han resuelto sus propios problemas personales, tienen el derecho, e incluso, el deber de ir más allá.

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Dado que Uriel es el arcángel del fuego, tiene lazos no sólo con el fuego físico, terrestre, sino también con el fuego de la tremenda energía sexual constantemente emanando del ser humano. Es precisamente por esta razón que es esencial aprender a trabajar con el Arcángel Uriel: porque ese esencial aprender a trabajar con fuego a fin de sublimar todas esas energías. ¿Qué es exactamente la sublimación? Es el paso de un estado a otro, y es el calor que realiza este paso. Cuando la temperatura está bajo 0° Celsius, el agua se congela y se vuelve sólida: si la calientan ligeramente a 1° Celsius, se funde y vuelve líquida otra vez. Caliéntenla incluso más, a 100° Celsius, y cambia a vapor. Y si quieren separar el oxígeno del hidrógeno contenido en el vapor, necesitarán incluso más calor…

Los equinoccios y los solsticios o, como les he llamado, las cuatro fiestas cardinales, son los cuatro días más vitales del año, y están gobernados por Mercurio (equinoccio de primavera), Venus (solsticio de verano), el Sol (equinoccio de otoño), y la Luna (solsticio de invierno).Estos son días de celebración para la naturaleza: los Ángeles y Arcángeles, todas las fuerzas de la naturaleza, incluso la misma Madre Divina, todos toman parte en las festividades. Sólo quienes entienden la importancia de estos días elevados y de las fuerzas prodigiosas que inundan el universo en estas épocas, puede verdaderamente tomar parte de las celebraciones.

Omraam Mikhael Aivanhov
Obras Completas, Vol. 32. Los Frutos del Árbol de la Vida: La Tradición Cabalística