«Durante miles de años, los seres humanos han tratado de estudiar y conocer la estructura de su vida psíquica. El ser humano es una unidad perfecta, pero que esta unidad está polarizada, es decir, que se manifiesta en dos direcciones, bajo dos aspectos diferentes. El ser humano está hecho de dos naturalezas: la naturaleza inferior y la naturaleza superior, que tienen las mismas facultades de pensar, de sentir y de actuar, pero en dos direcciones contrarias. A estas dos naturalezas yo las llamo la personalidad y la individualidad.

Lo que hay que comprender en primer lugar es que, aunque la naturaleza inferior se opone a la naturaleza superior, su origen está también en lo alto, en el Espíritu. En el origen de todo está el Espíritu, he aquí una verdad que siempre deben tener presente. Todo tiene su origen en Dios, y también nuestra naturaleza inferior.

Pero, ¿Cómo Dios, siendo de una naturaleza tan diferente a la materia, pudo formar algo tan opaco y tan pesado? Puedo explicárselos con un ejemplo muy sencillo. Para crear el mundo, Dios procedió exactamente igual como la araña que teje su tela. Si, la araña nos muestra como Dios creó el mundo.

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Observen mientras teje su tela: es todo un universo, una construcción geométrica, matemática, impecable. ¿Cómo lo hace? Pues bien, primero segrega un líquido que, al endurecerse, forma un hilo muy fino, flexible y elástico, con el que empieza a construir su tela.

También los caracoles me han enseñado. El caracol posee un cuerpo blando, mientras que su caparazón es duro… En apariencia el caracol y su caparazón son dos cosas diferentes; sin embargo él lo ha segregado, y poco a poco este caparazón se ensancha porque, por medio de su cuerpo etérico, el caracol absorbe sus minúsculos intersticios y separa las partículas de materia. El caracol es distinto a su caparazón, pero él es quien lo ha segregado y ensanchado.

Esta imagen nos permite comprender cómo Dios ha creado el mundo, emanando una materia sutil que enseguida se ha solidificado. Ustedes dirán: «Pero, estas son historias increíbles». Quizás, pero un buen día las personas más instruidas querrán conocerlas. En apariencia, el animal y su concha son dos cosas diferentes, pero en realidad son una misma y única materia ya que es el animal quien ha formado su casa con su secreción. Pues bien, se asombrarán si les digo que ocurre lo mismo con la individualidad y la personalidad: la personalidad es opaca, densa, rígida como un caparazón, mientras que la individualidad es ligera, móvil, viva. Son diferentes y, sin embargo, tienen un mismo origen.

Nuestro Yo superior, la individualidad, se ha formado un vehículo, la personalidad, como el caracol ha fabricado su concha segregando de sí mismo una sustancia que luego condensó. Nosotros también llevamos nuestro cuerpo físico como el caracol lleva su concha: es nuestra casa, y nosotros habitamos dentro. Lo grave es que se ha enseñado al ser humano a identificarse con su caparazón y no con el factor activo de su formación: el Espíritu. Es por ello que es débil, limitado, impotente y se equivoca.

El cuerpo no es el ser humano sino solamente su vehículo, su caballo, su instrumento, su casa: el auténtico ser humano, es el Espíritu, el espíritu todopoderoso, ilimitado, omnipotente. Y gracias a esta identificación, el ser humano llega a ser verdaderamente fuerte, iluminado, inmortal y divino.

(Continuará…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Izvor 213, Naturaleza Humana y Naturaleza Divina
Capítulo 2, La Naturaleza Inferior, Reflejo Invertido de la Naturaleza Superior