Desde mis años más tempranos, me sentí atraído a las rosas y su perfume: Inhalaba y me quedaba ahí largo tiempo, mirándolas… Hasta que, un día, estaba oliendo una rosa cuyo perfume era tan poderoso y embriagador que dejé mi cuerpo. Me sentí flotando a través del espacio, donde descubrí un mundo de luz, belleza, inspiración y alegría. Desde ese momento, hice todo lo que pude para repetir la experiencia.

Aquellos que están empujados por un deseo poderoso, espontánea e instintivamente encuentran los métodos que requieren para alcanzar ese objetivo. Así que sentí que las rosas podían ayudarme en mis ejercicios de meditación. Ignoraba qué pasado distante, qué conocimiento sepultado muy profundo en mí, me dieron esa convicción. Cuando me preparaba a meditar, elegía una rosa cuya frescura, forma, color y perfume me podría llevar más lejos y más alto. La consideraba un ser viviente enviado por el cielo, que se sacrificaba a sí misma para mostrarme el camino, y yo le pedía que me enseñara cómo obtener todas las cualidades que representaba en el mundo espiritual.

Las rosas son bellas en la tierra, ¡pero cuánto más lo son en lo alto, en el mundo invisible! Pues este ser, que toma forma aquí abajo, en realidad vive en las regiones sutiles. La contemplación de una rosa, la intoxicación que sentí por su perfume, me arrancó del mundo físico. Entonces pasé a través del plano etérico, intentando no quedarme ahí, y continué sin detenerme a través de los planos astral y mental. Y finalmente llegué al plano causal, donde encontré la rosa, la verdadera rosa, que está formada por los seres de Venus llamados los Elohim, habitantes del séptimo sephirah, Netzach, en el Árbol de la Vida cabalístico.

Venus, Aphrodite

La diosa griega Afrodita es asociada con Venus

La rosa es un regalo que Venus ha hecho a la tierra. Ustedes dirán, «¿Cómo es posible que las rosas vengan del planeta Venus? ¡Las condiciones atmosféricas ahí hacen imposible la vida!». Yo sé eso, pero en la Ciencia Iniciática, los planetas no son sólo los cuerpos materiales físicos que estudia la astronomía.

En la Ciencia Iniciática, los planetas son pasajes, intermediarios entre las corrientes cósmicas y la tierra. A través de la intermediación de los planetas, la tierra recibe corrientes, influencias, de las cuales Dios mismo es la fuente. Es por ello, que desde tiempo inmemorial, las cualidades y virtudes han sido asociadas a los planetas. Todos los planetas son depósitos de corrientes que viajan a través del espacio y que, según su naturaleza, se condensan sobre la tierra en distintos contenedores.

Las rosas son los contenedores para las corrientes venusinas, las corrientes del amor. Cuando nos acercamos a ellas, recibimos este amor. El amor se encarna en las rosas, ¿por qué descuidar un regalo así?

(Continuará…)

 

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Un Libro Viviente. Reflexiones Autobiográficas