“…Así que, ¿por qué no está usted orgulloso‏ como Taras Bulba de ver que su hijo le ha de‏rribado por los suelos? Usted es el padre, usted lo ha‏ alimentado, lo ha reforzado con sus pensamien‏tos, con sus deseos: lo que quiere decir que es‏ usted muy fuerte. Y ahora le voy a decir cómo‏ puede vencerle. ¿Cómo se las arregla un padre‏ cuando quiere hacer sentar la cabeza a un hijo‏ que hace locuras? Le corta los víveres, y el hijo,‏ privado de medios de subsistencia, se ve obliga‏do a reflexionar y a cambiar de conducta. ‏

‏¿Por qué tiene que seguir alimentando a su hijo?‏ ¿Para qué le plante cara? ¡Vamos ya! ¡Apriéte‏le las clavijas! Puesto que es usted quien le dio‏ nacimiento, debe saber que tiene poderes sobre‏ él. Si no, toda la vida va usted a luchar o a sufrir,‏ sin encontrar nunca los verdaderos métodos‏ para salir airoso de sus dificultades.»‏

‏Desgraciadamente, muy poca gente llega a‏ considerar las cosas de esta manera. Luchan‏ desesperadamente contra ciertas tendencias per‏niciosas que llevan dentro, sin darse cuenta de‏ que para llegar al punto en que se encuentran‏ han tenido que haber sido formidablemente‏ fuertes. Cuanto más terrible es el enemigo que‏ hay en ustedes, tanto más prueba que vuestra‏ fuerza es grande. Sí, así es como deben aprender‏ a razonar.‏ ‏

Observen cuán tensos están cuando luchan‏ contra ustedes mismos y cuántas dificultades‏ encuentran; se libra una batalla terrible dentro‏ de ustedes y esta guerra les hunde en todo tipo‏ de contradicciones. Consideran que todo lo que‏ hay de inferior en ustedes es necesariamente‏ vuestro enemigo, y quieren eliminarlo; pero este‏ enemigo es muy poderoso, porque desde hace‏ siglos lo refuerzan con la guerra que le hacen, y‏ cada día se vuelve más amenazador. Es cierto‏ que hay enemigos que viven dentro de nosotros,‏ pero si son enemigos es, sobre todo, porque no‏ somos buenos alquimistas capaces de transfor‏marlo todo.‏

Sí, es así como deben ver la situación. ‏Y cuando conozcan las reglas de la alquimia‏ espiritual, sabrán utilizar y transformar hasta los‏ venenos que hay en ustedes. Sí, porque el odio,‏ la cólera, los celos, etc… son venenos. En efecto, se les darán inclu‏so los métodos para que puedan servirse de todas‏ las fuerzas negativas que poseéis en abundancia.‏ Alegraos, se os presentan buenas perspectivas.‏

‏El Cielo‏ nos deja ciertas debilidades para empujamos en‏ nuestro trabajo espiritual; porque, lo que en‏ apariencia es una debilidad es, en realidad, un‏ poder, una fuerza.‏

Hay que poner las debilidades a trabajar para‏ transformarlas en algo útil. Ustedes se asombran y‏ dicen: «¡Pero si lo que hay que hacer es pisotear‏ las debilidades, aniquilarlas!» Inténtenlo y‏ verán si la cosa es fácil; ustedes serán los ani‏quilados. El problema es el mismo para todas las‏ formas de defectos o de vicios; tanto si se trata‏ de la glotonería, como de la sensualidad, de la‏ violencia, de la codicia, o de la vanidad, hay que‏ saber cómo movilizarlos para que trabajen con‏ ustedes en la dirección que hayan escogido. Si‏ expulsan a todos vuestros enemigos, a todo lo‏ que se les resiste, ¿quién trabajará para ustedes?‏ ¿quién les servirá? ‏

Hay animales salvajes que los‏ humanos han conseguido domesticar y tener a‏ su lado a fuerza de paciencia. El caballo era sal‏vaje, el perro era parecido al lobo, y si el hombre‏ logró domesticarlos es porque supo desarrollar‏ dentro de sí ciertas cualidades. Podría también,‏ ciertamente, domar y domesticar a las fieras,‏ pero tendría que desarrollar para ello nuevas‏ cualidades., y en este caso, entender las reglas de la Alquimia Espiritual, cómo transformar la materia básica en oro.”

(Concluirá…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Izvor 221, El Trabajo Alquímico o la Búsqueda de la Perfección
Cap. 1, Alquimia Espiritual