Durante sus 20 años en Francia, Mikhaël Aïvanhov se había negado a ser tratado de Maestro por sus discípulos. El siempre se veía a sí mismo como otro discípulo de su propio maestro (Peter Deunov, en la imagen superior). El explicaba su resistencia de la siguiente forma:

“…un verdadero Maestro nunca dirá que es un Maestro, sino que más bien les dejará sentirlo y entenderlo. No tiene apuro en ser reconocido. Sin embargo, una vez que un falso Maestro ha decretado que es un Maestro, su única preocupación será imponer su voluntad sobre los demás.”

Un verdadero maestro, explicaba, es aquel que conoce la verdad, está completamente familiarizado y defiende las leyess y principios de la existencia. También tiene la voluntad y la capacidad de controlar su ambiente interior, y de usar esa capacidad a fin de «manifestar todas las cualidades y virtudes del amor sin egoísmo.«.

Finalmente, un verdadero Maestro puede ser reconocido por su desinterés. El desinterés es amor sin egoísmo, el cual, para Aïvanhov, encuentra su más alta expresión en el universo conocido a través del sol. La luz, observó una vez, es tan rápida debido a su desinterés.

Y es por ello que también dijo: «El ideal de un discípulo es liberarse de todas las restricciones, de desechar lo que le limita, y volverse como la luz.» Las restricciones que Omraam Mikhaël Aïvanhov tenía en mente, eran los límites levantados por el ego y la personalidad, que hacen virtualmente imposible para la persona ordinaria ver las cosas como realmente son, y pensar, sentir, y actuar en consonancia con la Realidad.

Un maestro, que está en control del ego, está en sintonía con lo Divino. Por lo tanto, sus actos son fundamentalmente motivados por el amor sin egoísmo. Su desinterés es tan impecable como es posible en la creación. El único elemento de egoísmo contenido en él, es el interés del Maestro en cumplir la voluntad de lo Divino, de profundizar la evolución espiritual de los seres. Pero, como observó Omraam Mikhael Aïvanhov, este interés difícilmente puede ser llamado egoísta.

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Extracto de «The Mystery of Light» por Georg Feuerstein.
Capítulo 2. Omraam Mikhaël Aivanhov: Visionario, Maestro y Sanador