Cada ser humano posee su alma gemela. En el momento en que el hombre salió como una llama, como una chispa del seno del Creador, eran dos en uno, y estas dos partes se completan perfectamente; cada uno era la perfecta mitad del otro. Sí, en el origen, el ser humano era a la vez hombre y mujer, y se llama «andrógino» a este ser completo. Después, a lo largo de la evolución, los dos polos positivo y negativo de esta unidad se dividieron; fue entonces cuando se produjo la separación de sexos, yéndose cada mitad por su lado para evolucionar separadamente. Si estas dos mitades pueden reconocerse a lo largo de su evolución, es porque cada una lleva la imagen de la otra en lo más profundo de su ser; cada una ha marcado a la otra con su sello.
Todo ser humano posee la imagen de su alma gemela dentro de sí. Esta imagen es muy borrosa, pero existe. Por ello cada uno viene a la tierra con la esperanza de que encontrará en alguna parte un alma que le dará todo lo que necesita y que habrá entre él y esta alma una armonía, una fusión indescriptibles. El alma gemela entrega una forma de plenitud al otro, que nadie más puede dar.
Así pues, todos los seres que se han encontrado desde el comienzo de sus múltiples encarnaciones, los maridos y las mujeres que han tenido, los amantes o queridas, todos les han dejado porque no eran para ustedes. Pueden haber estado juntos un tiempo, pero como una olla y una tapadera que no se adaptan. Mientras que dos almas que Dios ha creado juntas, están absolutamente hechas la una para la otra, nada puede separarlas y no tienen ningún temor de nada. Cuando, en una pareja, uno u otro tiene miedo de que un tercero venga a seducir a su compañero (y nada puede impedir que esto se produzca), ello significa que éste no es el verdadero bienamado, el alma gemela. Una mujer ama a un hombre, pero éste se va con otra; un hombre ama a una mujer, pero ella le abandona… Las almas gemelas, por el contrario, se reconocen con una certeza absoluta y no pueden abandonarse.
El ser humano encuentra a su alma gemela doce veces durante todas sus encamaciones terrestres. Pero lo más frecuente es que este encuentro provoque la muerte, porque las condiciones de existencia sobre la tierra se oponen a la realización de un amor tan perfecto, tan absoluto.
Desde el punto de vista filosófico se puede decir que nuestra alma gemela es nuestro Yo Superior, el polo opuesto de nosotros mismos. Si estamos abajo, el otro polo está arriba y comunica con el Cielo, con los Angeles, con Dios, en la perfección y en la plenitud. Por esta razón en todas las Iniciaciones se enseñaba a los discípulos a unirse a este otro polo. En la India, el Jnani yoga da métodos gracias a los cuales el yogi llega a unirse a su Yo superior, pues uniéndose a su Yo superior se une al mismo Dios. En Grecia encontramos la misma idea expresada en la fórmula inscrita en el templo de Delfos: «Conócete a ti mismo».
Todos buscamos nuestra alma gemela, pero la Ciencia iniciática nos dice que nadie puede encontrar en el exterior, lo que no ha encontrado ya en su interior, de otra manera pasarán por delante sin verlo. Cuanto más descubran la belleza en su interior, más la descubrirán exteriomente en el plano físico. Pueden pensar que si no la han visto antes es porque no estaba ahí… Sí, estaba ahí, pero permanecía invisible porque dentro de ustedes había algo que todavía no estaba despierto, desarrollado. Pero ahora que la han visto interiormente, también la verán exteriomente, porque el mundo exterior no está hecho más que de reflejos del mundo interior. No busquen nunca nada exteriormente si no han intentado primeramente encontrarlo dentro de ustedes.
(Continúa…)
Omraam Mikhaël Aïvanhov,
Izvor 214, La Galvanoplastia Espiritual y el futuro de la humanidad
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