Sólo el amor da la vida y nada hay por encima de la vida, es ella la que está en el origen de todo. Dios nos ha dado esta fuerza del amor para que aprendamos a sublimarla en vivo, dentro de una elevada intensidad vital, a fin de obtener de ella los poderes mágicos que nos harán todopoderosos.

Ya les he dicho que el símbolo de Mercurio está formado por el Sol, la Luna y la Tierra. Si quitamos de arriba el símbolo de la Luna, nos queda entonces el círculo sobre la cruz, símbolo de Venus, del amor. Todos estos aspectos incluidos en el símbolo de Mercurio vuelven a estar vinculados con la función del dios Hermes cuya varita mágica, el caduceo, es a su vez un símbolo de sus poderes en todos los ámbitos.

En el símbolo de Mercurio, la Luna, que representa la imaginación se nos muestra como un recipiente lleno de agua, puesto que la Luna como principio femenino, está ligado al elemento agua.

Al entender este símbolo poseemos todos los poderes

Por debajo vemos el círculo solar, correspondiente al fuego, que enciende la imaginación y la orienta en una dirección determinada. Abajo del todo, la tierra representa aquí la realización en el plano material. Cuando un Iniciado llega a comprender este símbolo, obtiene la facultad de crear, de ayudar a otros, de esclarecerlos, protegerlos y vivificarlos, él cuenta con todos los poderes.

Bajo unas condiciones apropiadas, sería capaz de cambiar la tierra entera, ya que ha comprendido lo más esencial: el trabajo de la voluntad en la base de la imaginación. Del mismo modo que la mujer tiene la posibilidad de condensar la vida en su seno, la Luna posee el poder de concretar y materializar las cosas, de transformarlas en tierra, es decir, llevarlas a una realización en el plano físico.

Ya ven, hay que hacer hablar a los símbolos, hace falta tomarlos muy fuerte, para que nos hablen.

Controlando la «luna» de ustedes, su imaginación

El discípulo debe decidirse a amaestrar el toro, es decir, a controlar esta fuerza salvaje, violenta y brutal de la sensualidad, a fin de servirse de ella. Pero dominar al toro no quiere decir matarlo ya que, de hacerlo así, no podríamos aprovechar su fuerza.

Hay que tomar el toro por los cuernos, comenzando por amaestrar la Luna, la imaginación que es inseparable de la sensualidad, excepto en el caso de aquellas personas que han logrado tomar por los cuernos al toro, como sería el caso de algunos sabios, filósofos, artistas e Iniciados que han dado un rumbo a su propia imaginación y que, mediante sus creaciones y descubrimientos han iluminado a muchos otros.

Traten a su imaginación, como si fuera su «esposa»

En cuanto a los demás, que no han llegado aún a dominar al toro, siguen dando rienda suelta a su imaginación, la cual podría compararse con una mujer promiscua que se acuesta con cualquiera sin importarle nada, y trae luego al mundo criaturas monstruosas y deformes. Hay que esforzarse por dar una dirección y un trabajo definido a la imaginación, para que llegue a producir las creaciones más bellas, nobles y luminosas.

Un discípulo no debería dejar que su esposa flirteara o se acostara con cualquier desconocido, sino que debería cuidarla y guardarla para él. Sí, mis queridos hermanos y hermanas, nuestra imaginación es nuestra esposa, y es ella la que trae criaturas al mundo.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov,
Sèvres, Diciembre 27, 1970.

Obras Completas, vol. 14. «Amor y Sexualidad, Parte 1″.
Cap. 2, El Caduceo de Hermes.