Está escrito en los tratados de alquimia que, para obtener la piedra filosofal, simbolizada por Mercurio, hay que comenzar el trabajo en el momento en que el Sol entra en la constelación de Aries y la Luna en la constelación de Tauro, pues el Sol se encuentra exaltado en Aries y la Luna lo está a su vez en Tauro. El signo siguiente, Géminis, es el domicilio de Mercurio.

Así, tenemos: Aries (el Sol), Tauro (la Luna) y Géminis (Mercurio). Estos tres signos se siguen, para mostrar que la unión del Sol y la Luna producirán un niño, Mercurio. Este grupo, Sol, Luna, Mercurio, lo encontramos en otras áreas del zodíaco, pero por ahora vamos a concentrarnos sólo en estos tres signos, Aries, Tauro y Géminis, que son extremadamente significativos.

El símbolo de Mercurio está formado por el disco solar unido a la media luna creciente y, para remarcar su unión, el signo +, como un indicador de suma, de adición. Así, el símbolo de Mercurio representa básicamente la unión del Sol y la Luna.

La unión del Sol y la Luna, da lugar al nacimiento de un hijo, Mercurio, la piedra filosofal. Pero la piedra que buscan los alquimistas es en realidad un símbolo de la transformación del ser humano. Los alquimistas trabajan con los dos principios, solar y lunar, que representan la voluntad y la imaginación. Gracias a este trabajo, ellos llegarán a trasmutar su propia materia y a convertirse simbólicamente a su vez en el Sol y la Luna, siendo a la vez radiantes y puros.

No es coincidencia que Aries constituye el domicilio de Marte y Tauro el de Venus. Al trabajar con el Sol y con la Luna, es decir, con los dos principios masculino y femenino, sublimando la fuerza sexual (Venus) y la fuerza dinámica y activa de la voluntad (Marte), el alquimista va a obtener todos los poderes espirituales simbolizados por Mercurio, el agente mágico.

La figura de los Templarios, Bafomet

Para los Templarios, este agente mágico estaba representado por Bafomet, aquella figura monstruosa que hizo creer a algunos que los Templarios rendían culto al Diablo. Otros han llamado a este agente mágico «azot», una palabra que está construida de la siguiente forma: A, por ser la primera letra de los tres alfabetos, latino (a), griego (alfa) y hebreo (aleph) y las letras Z, O, T, por ser las iniciales de la última letra de los mismos alfabetos, latino (z), griego (o, de omega) y hebreo (t, de tau). El término viene a representar que el agente mágico es a la vez alfa y omega, el comienzo y el fin.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov,
Sèvres, Diciembre 27, 1970.

Obras Completas, vol. 14. «Amor y Sexualidad, Parte 1″.
Cap. 2, El Caduceo de Hermes.