– Los principios son eternos, las formas cambian.
El cristianismo tiene necesidad de grandes transformaciones, ya que aún vive sobre tradiciones que ya no están adaptadas a nuestra época. Además, si la religión como la conocemos, fuese realmente adecuada, la humanidad estaría mucho mejor. No, se ha reducido la religión a una serie de formas vacías. ¡No hay que extrañarse de que mucha gente ya no la tome en serio!.
La gente reflexiona cada vez más, se hace preguntas y está insatisfecha con lo que se le responde. En el pasado, la fe que poseían era tal, que estaban listos a tragarse lo que fuera que su Iglesia les dijera, pues para ellos, la Iglesia era la autoridad: era la Iglesia que pensaba y tomaba decisiones por todos. Pero hoy, nadie quiere que otros piensen por ellos. Y esto significa que el cristianismo debe aceptar nuevas formas. Y esas nuevas formas también envejecerán, y será preciso reemplazarlas nuevamente.
La función de la forma es mantener los contenidos intactos, como si fuera un recipiente, una protección, un límite. Y esto significa que también es una prisión. Pero para que el contenido no permanezca eternamente inmovilizado dentro de una forma, hay que abrirla, a fin de verter este contenido en una nueva forma, más sutil, más flexible, más transparente. Por eso, nada de lo que ha sido construido en el plano físico es eterno.
El tiempo no tiene efecto sobre los principios, pero influye sobre las formas. Cuando se dice que el tiempo lo destruye todo, esto es cierto sólo respecto a las formas. Y los cristianos no han entendido aún que la forma en que su religión les fue dada hace siglos, no puede continuar eternamente, y que es preciso cambiarla. No, son tercos, y no quieren cambiar nada.
Nuestra Enseñanza no trae nuevos principios, sino nuevas formas. Es decir, propone nuevos métodos para que el el espíritu, tenga mayores posibilidades de manifestación y de expresión. En eso consiste la evolución: un cambio, una renovación de las formas. La evolución siempre ha sido de gran interés para los naturalistas; unos decían que son las formas las que evolucionan, y otros que las formas están determinadas desde toda la eternidad y que son los seres los que pasan de una forma a otra. ¿Dónde está la verdad? La segunda versión es la exacta: las formas no evolucionan.
Todas las formas de los animales, de los insectos, de las plantas, existen ya en el mundo de los arquetipos, y las criaturas individuales toman estas formas y después las abandonan para tomar otras, exactamente como si fuesen actores que cambian de máscara en cada una de las nuevas obras que tienen que interpretar.
Omraam Mikhaël Aïvanhov,
Izvor 206, Una Filosofía de lo Universal
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Obras Completas, Vol. 25, Acuario: Llegada de la Edad de Oro – I
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