Lo que quiero es explicarles, tan sencillamente como sea posible, las grandes verdades en que los seres humanos pueden basar su existencia, y gracias a las cuales pueden mejorar sus vidas y sus relaciones con la naturaleza y los seres del mundo divino. Me he prometido a mí mismo explicar las cosas en un lenguaje muy claro y simple, ilustrado con muchos ejemplos y comparaciones, incluso sabiendo que esto puede significar que yo no sea tomado muy en serio: seré visto como un lector que regala a sus oyentes con ideas e historias infantiles, y que nunca cita a ninguna autoridad reconocida.

Mi forma de enseñarles no es la de un Maestro, pues ustedes son hijos e hijas de Dios, y esto significa que toda la ciencia y todo el conocimiento están ya en vuestra posesión. Pero al hablar juntos de esas cosas, hacemos que salga a la superficie lo que ya sabíamos, hace mucho, mucho tiempo, cuando salimos por primera vez del seno del Señor. Esto es lo que intentamos hacer cuando estamos juntos.

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Una historia

Ahora, déjenme contarles una pequeña historia para ilustrar este punto. Había una vez un gran sabio, que había contratado a un barquero para ir a navegar al mar, en su bote.

Este sabio le preguntó al barquero: «¿Conoces la astronomía?», «No», respondió el barquero.  «Entonces, eres muy pobre – dijo el sabio – has perdido una cuarta parte de tu vida. Pero, ¿conoces un poco la física?». «No, no la conozco».  «Entonces has perdido las dos cuartas partes de tu vida. Pero, ¿ quizá conoces la química?». «En absoluto, nunca he oído hablar de ella». «¡Qué ignorancia! Has perdido las tres cuartas partes de tu vida».  (…)

(Esta historia concluirá en la segunda parte)

 

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas, vol. 1, El Segundo Nacimiento
Cap. 2, «Pedid, y se os dará…»