Deben aprender a trabajar sobre vuestro cuerpo etérico. Os he dado numerosos métodos: con el agua, con la tierra, con la llama de una vela, etc… Y si, por ejemplo, sienten un dolor, concentren vuestro pensamiento en el cuerpo etérico, proyéctenle todos los colores de la luz y él sabrá cómo poner remedio al mal; actuará sobre las células, pondrá en relación el cielo y la tierra, establecerá una comunicación como lo hacen las plantas, y la parte enferma será de nuevo vivificada.

Gracias al cuerpo etérico el cuerpo fisico posee la vida y la sensibilidad. Está conectado con él mediante lo que se llama el cordón de plata. Este cordón tiene cuatro ramificaciones: la primera tiene un punto de conexión en el cerebro, la segunda en el corazón, la tercera en el plexo solar, y la cuarta en el hígado. Hay, pues, cuatro puntos o gérmenes: el germen del cuerpo fisico, el germen del cuerpo etérico, el germen del cuerpo astral o cuerpo del deseo, y el germen del cuerpo mental.

Cuando el ser humano viene a encarnarse en la tierra, trae estos cuatro gérmenes que son unos átomos minúsculos en los cuales está inscrito y registrado todo lo que debe poseer en cuanto a caracteres físicos y psíquicos propios. Son los espíritus luminosos de lo alto, los Veinticuatro Ancianos, con sus servidores los ángeles, quienes estudian todos los actos y la conducta del hombre a lo largo de sus vidas anteriores y le dan estos gérmenes en correspondencia exacta con lo que se merece; y todo está registrado en estos gérmenes.

Todos los cuerpos invisibles del hombre, los cuerpos etérico, astral y mental, se forman de la misma manera que se forma el cuerpo fisico del niño en la matriz de la madre, de acuerdo con las mismas leyes. Cuando el padre ha depositado el germen, se lleva a cabo en el seno de la madre un trabajo inconsciente. Sin que ella se dé cuenta, las fuerzas de la naturaleza trabajan en su seno para aportarle los materiales cuya cantidad y cualidad correspondan exactamente al germen. Este germen es también comparable a las lineas de fuerza según las cuales, en el mundo material, las partículas se organizan para formar un cristal.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Izvor 209, Navidad y Pascua en la Tradición Iniciática