«La verdadera naturaleza del cuerpo etérico aún no es bien conocida y la medicina ortodoxa no reconoce que muchas anomalías físicas son causadas por problemas en el cuerpo etérico. Hasta los espiritualistas lo consideran menos importante que los cuerpos astral o mental. Es cierto que no tiene el mismo poder que los otros cuerpos, pero es esencial para la vida. Y, ¿qué se puede hacer sin la vida? Es la base de todo.

Deben aprender a trabajar sobre vuestro cuerpo etérico. Les he dado numerosos métodos: con el agua, con la tierra, con la llama de una vela, etc… Y si, por ejemplo, sienten un dolor, concentren su pensamiento en el cuerpo etérico, proyéctenle todos los colores de la luz y él sabrá cómo remediar el problema. Actuará sobre sus células, pondrá en relación el cielo y la tierra, establecerá una comunicación como lo hacen las plantas, y la parte enferma será de nuevo vivificada.

El cuerpo físico está unido al cuerpo etérico mediante lo que se llama el cordón de plata, y es gracias al cuerpo etérico que el cuerpo físico posee tanto vida como sensibilidad. Este cordón tiene cuatro ramificaciones: la primera tiene un punto de conexión en el cerebro, la segunda en el corazón, la tercera en el plexo solar, y la cuarta en el hígado. Estos cuatro puntos son los gérmenes o semillas de los cuatro cuerpos: el cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral o cuerpo del deseo, y el cuerpo mental.

Cuando los seres humanos vienen a encarnarse en la tierra, traen estos cuatro gérmenes que son unos átomos minúsculos en los cuales está inscrito y registrado todo lo que debe poseer en cuanto a caracteres físicos y psíquicos propios. Son los espíritus luminosos de lo alto, los Veinticuatro Ancianos, con sus servidores los Angeles, los que han estudido todos los actos y la conducta del ser humano a lo largo de sus vidas anteriores y le dan estos gérmenes en correspondencia exacta con lo que se merece…»

Omraam Mikhaël Aïvanhov