¡¡Feliz Navidad!! Esperamos que sea un día de luz, de amor y de paz… y esperamos que disfruten del siguiente extracto, donde el Maestro nos muestra cómo la tradición iniciática es un hilo conductor que cruza todas las principales religiones y tradiciones espirituales.

«Cuando se dice que el ser humano hace nacer en él al Niño Jesús, que se fusiona con su Yo superior, que recibe el Espíritu Santo, que se une al Alma Universal, se utilizan fórmulas diferentes para expresar la misma realidad. Si se estudia este tema muy de cerca, evidentemente, se distinguen matices, pero el Ego divino, el Espíritu Santo, el Alma Universal, el fuego sagrado, la Madre divina, pueden ser considerados como aspectos de un mismo y único principio.

El Alma Universal es el océano en el que viven, se mueven y alimentan todas las cosas, es el receptáculo cósmico de la materia primordial, de la energía sublime, el «akasha» de los hindúes, el éter purísimo en el que estamos sumergidos.

Y en esta Alma Universal que está en todas partes, que lo sabe todo, que lo contiene todo, que lo transmite todo del uno al otro extremo del universo…, en la parte más sutil de este Alma que vive, que es plenitud, quintaesencia, omnisciencia, habitan el Padre Celestial, la Madre Divina, Cristo, el Espíritu Santo. Cuando san Pablo decía: «En él nos movemos y tenemos nuestro ser», hablaba del Alma Universal. Es una emanación de Dios, pero no Dios mismo. Se puede decir que vivimos en Dios, pero, en realidad, para ser totalmente exactos, vivimos en una sustancia emanada por El.

El Alma Universal es la verdadera luz que Dios creó el primer día, y mediante la cual creó a continuación todo lo demás, era el Alma Universal. Ella es la que alimenta el cosmos, la que lo contiene todo, y todos los seres se mueven en ella como peces en el océano. Esta luz está compuesta de diferentes capas más o menos sutiles, comparables a las capas de la atmósfera. En realidad, la atmósfera es también un océano y nosotros somos peces de otra especie que nadamos y nos alimentamos en el aire.

Inmediatamente más allá de este océano se extiende otro océano, de naturaleza etérica, en el que habitan otras criaturas… Por tanto, el Alma Universal tiene estratos con mayor o menor grado de densidad, más o menos sutiles, hasta llegar al más alto, que es de fuego, en donde moran el Espíritu Santo y la Madre Divina.

Cuando el alma y el espíritu se unen dan a luz un germen que se desarrolla como una conciencia nueva. Esta conciencia nueva se manifiesta como una luz interior que expulsa las tinieblas:

  • como un calor tan intenso que aunque el mundo entero les abandone nunca se sienten solos,
  • como una vida abundante que ustedes hacen brotar dondequiera que les lleven vuestros pies,
  • como una afluencia de energía que consagran a la edificación y a la construcción del Reino de Dios,
  • como una alegría extraordinaria de sentirse conectado con todo el universo, con todas las almas evolucionadas, de formar parte de esta inmensidad…, y la certeza de que nadie puede quitarles esta alegría.

En la India, este estado se llama conciencia búdica; y los cristianos lo llaman el nacimiento de Cristo.»

 

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Izvor 209, Navidad y Pascua en la Tradición Iniciática,