Cada nuevo comienzo, es la conclusión de un desarrollo anterior

…»Y ahora observemos la línea final del Padrenuestro: «PORQUE TUYOS SON EL REINO, EL PODER Y LA GLORIA POR SIEMPRE».

«A fin de entender esas palabras, debemos poner nuestra atención a las regiones espirituales, a las que Jesús llamaba «los cielos», que corresponden a lo que la Cábala llama los sephiroth. Los diez sephiroth juntos, forman el Árbol Sefirótico o Árbol de la Vida.

El nombre de cada sephirah expresa una cualidad o atributo de Dios: Kether, la corona; Chokmah, sabiduría; Binah, entendimiento; Chesed, compasión; Geburah, fuerza; Tiphareth, belleza; Netzach, victoria; Hod, gloria; Iesod, la fundación; Malkuth, el reino. El décimo sephirah, Malkuth, refleja y resume a todo el resto.

Jesús decía que el reino de Dios es como un árbol de mostaza. Una semilla siempre representa un comienzo, el comienzo de una planta o árbol. Pero debemos darnos cuenta que, aunque en el plano físico todo comienza desde abajo, la situación es inversa en el plano espiritual: en ese nivel todo comienza desde arriba. Y es por eso que el crecimiento en el plano físico es un movimiento hacia arriba, mientras que en el espiritual, es hacia abajo.

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La semilla del Árbol de la Vida, entonces, es KETHER, el primer sephirah. Cuando la semilla comienza a crecer, se divide en dos, antes de que surja el tronco, ramas, hojas, botones, flores y frutos, y el fruto, a su vez, produce más semillas. Cuando la semilla, Kether, es plantada, se vuelve un árbol a medida que pasa sucesivamente por cada sephirah hasta llegar a Malkuth. La fruta madura, llena de vida, la carne que se nos da para nuestro alimento, es Iesod, y esta es la fruta que produce la semilla, Malkuth.

Como ven, al final de su ciclo de crecimiento, la semilla que fue plantada primero, se vuelve la semilla en el fruto, y Malkuth, la semilla abajo, es idéntica a Kether, la semilla arriba, pues el comienzo y el final de cualquier cosa son siempre idénticos.

Cada nuevo comienzo es la conclusión de un desarrollo anterior, y cada conclusión es u nuevo comienzo para un desarrollo posterior. Todo tiene un comienzo y un fin, y a aún así, no hay cosa como un comienzo absoluto. Cada causa produce su efecto, y cada efecto se vuelve una nueva causa produciendo un nuevo efecto.

En la frase final del Padrenuestro, «Porque tuyos son el reino y el poder y la gloria, por siempre», el reino, el poder y la gloria, corresponden a los tres sephiroth Malkuth, Iesod y Hod.

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El «REINO» es MALKUTH, el reino de Dios, el plano de la realización, y es el planeta Tierra.

El «PODER» es IESOD, que significa «fundación» o base, porque este es el sephirah que reina sobre la pureza, la verdadera fundación de todas las cosas. La energía sexual está asociada con Iesod, porque el verdadero poder, la fuerza vital, se expresa a través de energía sexual.

Es el mismo poder, en un plano más elevado, que da lugar a todos los grandes logros.

La «GLORIA» es HOD, la brillante luz del conocimiento y la ciencia. Su planeta es Mercurio.

 

Así que la última frase del Padrenuestro significan que «Las tres regiones que representan las etapas finales del crecimiento de Kether en Malkuth, que representa el plano de la realización, son tuyos.». El reino, el poder y la gloria forman un triángulo, una repetición del primer triángulo: «Santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad.».

El nombre, el reino y la voluntad son Kether, Chokmah y Binah. Así que el triángulo superior de Kether, Chokmah y Binah, que representan la creación en el mundo invisible, espiritual, se reflejan en el triángulo inferior de Malkuth, Iesod y Hod, que representa la formación, la realización en el nivel físico. La expresión «por siempre», corresponde al sephirah Netzach, que significa «eternidad».

Ahora, quizás se preguntan dónde situar los sephiroth que quedan, Tiphereth, Geburah y Chesed. Deberían poder encontrar la respuesta ustedes mismos, si trabajan con las correspondencias, utilizando el mismo método que las explicaciones que les acabo de dar…»

(Continuará…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov, de una conferencia dada en el Bonfin en 1962.
Izvor 215,  El verdadero significado de la enseñanza de Cristo