El secreto de la alegría es el sacrificio: es dar, sin pesar ninguno y sin segundas intenciones. Quienes pueden lograrlo son los más privilegiados: han comprendido el sentido de la vida, pueden ser padres y madres. Todo el mundo sabe que existen padres, madres e hijos, pero nadie ha pensado nunca en todo lo que podemos descubrir en esta sencilla imagen de la familia.
¿Por qué hay padres y madres? El padre, la madre y el hijo son un resumen de toda una enseñanza. Quien ya está maduro y puede dar a los seres humanos frutos para comer, es padre y madre. Pero, quien no piensa más que en sí mismo y no puede dar nada es todavía un niño. Puede ser en apariencia padre o madre en el plano físico, pero es sólo una apariencia y el mundo invisible no le considera así.
Ser un padre o una madre es un alto ideal a alcanzar, pero ser un niño no es un ideal. El ideal es ser primero un padre o una madre para poder después llegar a ser un niño. Si son un fruto, pueden después llegar a ser una semilla, tienen derecho a ello; pero si todavía no han llegado a ser un fruto y ya quieren convertirse en una semilla, es imposible, porque las semillas vienen después del fruto, y para dar este fruto hay que ser padre y madre, hay que ser capaces de amor impersonal.
El ideal es, pues, llegar a ser primero padres o madres para poder traer el hijo al mundo, es decir, el sacrificio, el fruto impersonal del padre y de la madre que saben lo que hacen. Todos quienes no han llevado a cabo una acción impersonal, no han traído aún ningún hijo al mundo, porque todavía no están maduros.
A los trece o catorce años, el niño llega al periodo de la pubertad. La pubertad es una fase de transformación del ser humano: antes era egoísta y personal, y ahora se vuelve capaz de producir, es decir, de hacer también sacrificios.
Antes de llegar a la pubertad el niño es incapaz de hacerlos, es como una tierra estéril que debe siempre tomar. Pero, después de la pubertad, es capaz de producir frutos físicamente y psíquicamente. Por eso puedo decirles que si no tienen esta fuente que brota dentro de ustedes, es decir, si vuestro amor no es puro y desinteresado, todo estará seco y no darán cosecha, no tendrán ni flores ni frutos, serán un desierto, una tierra árida. ¿Y quién quiere frecuentar una tierra árida?
(Continúa…)
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas, vol. 5. «Los Poderes de la Vida»
Capítulo 9, El Sacrificio.
Es muy linda su enseñanza, tiene sentido