– Para ver, uno debe proyectar luz 

…Y ahora, si les digo que es la luz del sol la que, trabajando sobre nuestro cuerpo‏ físico, ha formado nuestros ojos, tampoco me creerán. Sin embargo es la verdad, es el‏ sol quien ha creado nuestros ojos. ¿Saben por qué? Para ser visto. Y con su calor ha trabajado‏ sobre nuestro cuerpo para crear los órganos de la sensación: el corazón, la boca, y sobre‏ todo la piel.

Ha encontrado que la sensibilidad a la luz debía estar limitada solamente a‏ los ojos, mientras que el calor debía ser sentido en toda la superficie del cuerpo. ¿Ven la‏ diferencia?… Interesante, ¿verdad? El sol lo dirige todo en el universo; es como un director de orquesta o como un‏ rey en su trono.

Cuando toma una decisión, da sólo una señal y todos los espíritus que‏ ha enviado aquí a la Tierra, o a los otros planetas, se apresuran a ejecutar sus órdenes:‏ hacen ligeros ajustes en la atmósfera, en las corrientes electromagnéticas, y de ello se derivan‏ toda clase de transformaciones en los reinos vegetal, animal, humano, en los ámbitos‏ biológico, psicológico, económico, social.

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Todo lo que ocurre en la Tierra está‏ gobernado por el sol. Las erupciones, las manchas solares, no son otra cosa que señales‏ que da a toda una jerarquía de inteligencias encargadas de ejecutar sus órdenes.‏

Mis queridos hermanos y hermanas, no busquen en otra parte: el primero de‏ todos es el sol. Él es el primero y el último, el Alfa y el Omega. Antes que todas las‏ criaturas, él era, como Cristo que dijo: «Antes que Abraham fuese, yo soy.» Y el sol‏ seguirá existiendo siempre, aunque no quede ningún ser humano sobre la Tierra.‏

Llevándoles hacia el sol, les llevo hacia Cristo, que es el espíritu del sol. Él dijo‏ de sí mismo: «Yo soy la luz del mundo». La luz que ilumina al mundo es el sol. Pero‏ debemos comprender que, más allá de la luz visible del sol fisico, existe otra luz, que es‏ la verdadera luz del sol. En búlgaro la llamamos Vidélina, palabra construida sobre una raíz que significa «ver». Ya les hablé de ella, Vidélina es la luz invisible, interior, por‏ oposición a Svétlina, palabra formada sobre una raíz que significa «brillar» y que‏ designa la luz visible que viene del sol, del fuego o de una lámpara.

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Es Svétlina la que nos permite ver los objetos materiales, pero no las realidades invisibles del mundo‏ psíquico. Para captar la otra luz, Vidélina, hace falta conectarse con el sol, porque‏ también viene del sol, pero no es visible; es más sutil, más rica que la luz visible y‏ posee una infinidad de otros matices que no conocemos. Se necesitan años y años de‏ trabajo, de meditación, de oración y de contemplación del sol para captar una cantidad‏ infinitesimal de Vidélina, que nos permite, entonces, ver el mundo invisible y las‏ criaturas que lo habitan.

Muy pocos han reflexionado sobre el hecho de que, para ver, hay que proyectar luz. Los objetos físicos se hacen visibles a nuestros ojos cuando un rayo de luz cae sobre ellos, y si queremos ver en el mundo invisible, debemos ser capaces de proyectar fuera de nosotros mismos un cierto tipo de luz.

Omraam Mikhaël Aïvanhov,
Surya Yoga, El Yoga del Sol
Obras Completas, Vol. 10, Los Esplendores de Tipheret