Amanecer en el Taj Mahal, India.

Moviéndose de la conciencia a la supraconciencia

Cuando las personas empiezan a estudiar en la Escuela divina de la Fraternidad Blanca Universal, se desplazan progresivamente desde esta región limitada de la conciencia únicamente sensorial y física hacia una región superior, que es la de la supraconsciencia. Esta región de la supraconsciencia es inmensa, tiene miles de grados que hay que recorrer hasta sentir que ya somos habitantes del sol, que ya existimos en el sol.

Esta parte de nosotros mismos, este ser, esta entidad que habita en el sol, es nuestro Yo superior. Nuestro Yo superior no habita en nuestro cuerpo físico, porque, si asi fuese, éste realizaría prodigios; de vez en cuando solamente, viene, se manifiesta, toma contacto con nuestro cerebro. Pero, como el cerebro todavia no está preparado para soportar sus vibraciones y ponerse al unisono con él, el Yo superior se va. El Yo superior trabaja sobre el cerebro, lo prepara, y, el día en que el cerebro sea capaz de albergarle, el Yo superior se instalará en nosotros.

Cuando nuestro cerebro esté preparado nuestro Yo Superior estará con nosotros permanentemente

Nuestro Yo superior no es otra cosa que Dios mismo, una parte de Dios; por eso, en las regiones superiores, somos Dios mismo, porque fuera de Dios no hay nada. Dios se manifiesta a través de la creación y de las criaturas, y nosotros somos, por tanto, una parcela de El, no existimos separadamente de El.

Maya – La Ilusión – Es creernos entidades separadas

La verdadera ilusión es creemos separados. Cuando los sabios de la India hablan de Maya, de la ilusión, no hablan del mundo material: el mundo no es Maya, es nuestro yo inferior el que es Maya porque nos da la ilusión de existir como seres separados de la Divinidad. El mundo, en cambio, es una realidad, la materia también, y hasta las mentiras y el infierno son realidades; la ilusión, se los repito, viene de nuestro yo inferior que nos incita siempre a consideramos como seres separados. Mientras existimos demasiado abajo, al nivel de nuestro yo inferior, nos engañamos, vivimos en la ilusión, no podemos sentir esta vida única, esta vida universal, este Ser cósmico que está en todas partes; nuestro yo inferior nos impide sentirle y comprenderle.

Miles de personas han llegado a encontrar este estado de conciencia, entonces ¿por qué no ustedes? Es muy sencillo, muy fácil, mis queridos hermanos y hermanas, sólo que es algo imposible de realizar mientras conservéis la idea de la separatividad, la idea de que son seres exteriores, extraños a los demás, que los demás no están en ustedes, y que pueden impunemente hacerles daño, destrozarles, perjudicarles.

Sin este entendimiento, los seres humanos pueden pasar miles de años luchando

Entonces, sin tener conciencia de ello, se hacen daño a ustedes mismos, porque ustedes habitan también en los demás. Pero ésta es una cosa que todavia no pueden comprender. Un dia, cuando empiecen a acercarse a su Yo superior que habita en el sol, que habita en los demás planetas, que habita en la tierra, en los árboles, en los océanos, en las montañas, y también en todos los seres, ese dia, los sufrimientos que inflijan a los demás serán también sus sufrimientos, cuando les hagan daño, ustedes serán los que griten, porque sentirán que este daño se lo han hecho a ustedes mismos. Si, lo sé, les hablo de cosas inhabituales, pero son absolutamente verídicas y conocidas por los Iniciados desde hace milenios. Toda esta luz me ha llegado a mi desde el fondo de las edades, y yo se las transmito.

Sepan, de ahora en adelante, que el sol nos ayuda enormemente a restablecer este puente entre nosotros y nuestro Yo superior. Sin esta ayuda, el ser humano pasaría quizá aún miles de años en la filosofía de la separatividad, y no encontraría nunca esta plenitud que busca. Debe introducir en él esta filosofía de la unidad universal, este punto de vista que consiste en sentirse uno con el Creador, con todas las entidades luminosas, con los ángeles, los arcángeles, las divinidades.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas, vol. 10, Esplendores de Tipheret
Cap. 3, Nuestro Yo Superior Habita en el Sol