Los científicos ven al espíritu como energía

Ustedes han visto, en el Bonfin, los dos triángulos que han sido colocados en la sala de conferencias: un triángulo rojo, con la punta hacia arriba, y el otro triángulo, azul, con la punta hacia abajo. Ya les he hablado varias veces del simbolismo de esos dos triángulos, pero hoy todavía insistiré en ello para mostraros la riqueza y la profundidad de su significado.

Así pues, ya les revelé que estos dos triángulos son los símbolos de los principios masculino y femenino, del espíritu y de la materia. Porque el universo no es más que eso: espíritu y materia, el trabajo del espíritu y de la materia. O bien, para los materialistas que no quieren oír hablar del espíritu: la fuerza y la materia. Porque el espíritu es energía, fuerza.

La Ciencia se ha enfocado básicamente en el proceso evolutivo

Solamente que al hablar de fuerza en lugar de espíritu, privamos a la fuerza de todas las demás cualidades del espíritu: la inteligencia, la conciencia, el amor. La fuerza es un poder ciego, inconsciente. De cualquier forma nadie puede negar que todo en el universo gira alrededor de estas dos realidades: el espíritu y la materia, el principio masculino y el principio femenino.

La ciencia se ha fijado especialmente en el proceso de evolución gracias al cual las formas, las especies se han organizado y han llegado a ser más sutiles o más inteligentes. Así pues sólo ha considerado el movimiento ascendente que corresponde al triángulo rojo cuya punta está vuelta hacia arriba. Puesto que los científicos no están instruidos en la Ciencia Iniciática, no han visto que el movimiento evolutivo había sido precedido por un movimiento involutivo.

Pero la ciencia es incompleta sin la involución que precede a la evolución

No lo han visto porque este movimiento involutivo se produjo en el mundo sutil. Debido a esta laguna, su filosofía es errónea. La Ciencia iniciática enseña que cada evolución va precedida de una involución: el espíritu que desciende en la materia. Llegado a un cierto grado de materialización, el espíritu quiere volver, y en esto consiste la evolución: volver, perfeccionarse, llegar al punto más alto de desarrollo, pero a través de la materia.

Esta evolución no puede hacerse sin la participación del espíritu. Debido a que contiene la vida, la conciencia, la inteligencia, el espíritu arrastra a la materia, a las formas y a las criaturas hacia la perfección. Así pues, hay que comprender perfectamente que no puede haber evolución sin involución. Nada puede producirse aquí, en la tierra, si desde arriba, con anterioridad, no desciende alguna otra cosa.

$ parsifal seal of Solomon

Imaginarse que las formas han podido evolucionar, sin aceptar antes la involución de una forma divina, el descenso del espíritu, es no comprender nada de nada. Entonces, vean que la involución y la evolución son los dos triángulos. El triángulo con la punta hacia abajo, es el espíritu que desciende a la materia para animarla, vivificarla, y el triángulo con la punta hacia arriba, es la materia que quiere evolucionar para encontrar el espíritu. Cuando ambos triángulos se encuentran, forman el sello de Salomón.

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas, vol. 26, Acuario: Llegada de la Edad de Oro, I