«En cuanto a la otra tendencia, la de seguir siendo pequeños y desconocidos, que vemos que se manifiesta en ciertos seres sin ambición,¿es censurable? Depende. Si han escogido la vía de la espiritualidad y se acercan cada día al Señor, a su amor, a su luz, pero siguen siendo comprensivos, generosos, humildes para no aplastar a los demás con vuestra superioridad, es, evidentemente, maravilloso. Pero si vuestra modestia es debida tan sólo a concepciones mediocres y estrechas de la existencia, no es muy bueno que digamos; no hacen ningún bien a nadie, son inútiles. Vean pues que cada tendencia puede ser buena o mala, y siempre debe ser dirigida por la sabiduría y el amor.

Sin dirección, sin control, el deseo de hacerse grande puede perjudicar, si no a los demás, por lo menos a la persona misma. Ha habido en la historia de la humanidad seres que han querido elevarse tanto por encima de la media de los humanos con su ciencia y su concepción de las cosas que, cada vez más, la soledad se cernía sobre ellos y sufrían. Tenían la gloria, claro, todo el mundo hablaba de ellos, pero estaban solos, porque no habían tomado en consideración que vivían en la tierra y que nunca debían perder el contacto con los humanos.

En realidad, hay que saber ya sea crecer, ya sea empequeñecerse. Les daré un ejemplo. Tomen un mago, o incluso un sacerdote, si quieren: cuando debe realizar ciertas ceremonias, se viste con vestimentas sacerdotales, lleva ornamentos suntuosos… Pero una vez terminadas estas ceremonias, se presenta con las mismas vestimentas que todo el mundo. Después de esta manifestación gloriosa del espíritu, toma de nuevo una actitud simple, natural.

Y aunque no se revista con vestimentas de ceremonia, un Maestro puede, en ciertas circunstancias, aparecer ante sus discípulos de una forma tan grandiosa, tan sublime, que estos no le reconocen y se quedan estupefactos, deslumbrados. Pero si le ven unas horas después, le encuentran de nuevo simple, accesible, como si nada hubiera sucedido.

Eso prueba que este Maestro es sabio y está lleno de amor. Lleno de amor porque no quiere permanecer durante mucho tiempo lejos de los humanos, y sabio porque un ser humano, aunque sea el Iniciado más grande, no puede mantenerse continuamente en un nivel tan sublime, porque ello supondría una tensión demasiado grande, un dispendio de energías psíquicas demasiado grande, y su sistema nervioso no podría resistirlo.»

 

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Izvor 221, El trabajo alquímico o la búsqueda de la perfección
Chapter 10, Vanidad o Gloria Divina