La misión del espíritu es descender, tomar un cuerpo físico para trabajar en la Tierra, y transformar ésta en un magnifico jardín en el que el Señor vendrá a pasearse.

Si tuviésemos que rechazar la materia, ¿qué venimos a hacer en ella? ¿Por qué hundirnos en esta materia sí no fuese para sublimarla, para volverla luminosa y transparente como el espíritu?

Cuando Jesús decia: «Hágase Tu voluntad, asi en la Tierra como en el Cielo”, hablaba también para que el esplendor del espíritu descienda en la materia Desgraciadamente, cuando los humanos se encarnan en la Tierra no se acuerdan de por qué han descendido a ella y se vuelven arriba después de haberlo saqueado y ensuciado todo.

Llega ahora una nueva época en la que los humanos deben hacer un trabajo gigantesco adaptándose a las nuevas corrientes que vienen del Cielo. Lo que cuenta ahora es la Tierra, hay que mejorar la Tierra, el cuerpo físico, la materia, hay que sublimarle todo haciendo descender el espíritu, porque el espíritu es el que anima, el espíritu es el que ilumina.

Hay que proyectar el espíritu en la materia, para que la materia se convierta en espíritu. Hagan penetrar su pensamiento, que es una pequeña parte del espíritu, en todas las células de su cuerpo, ¡y verán cómo todo va a transformarse!

(Concluirá…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov,
El Bonfin, 19 de julio de 1975

Obras Completas, vol. 17. Jnani Yoga Volumen 1 – Conócete a ti mismo.
Cap. 3, El espíritu y la materia