Les he hablado a menudo de la diferencia que existe entre el saber oficial que se da en las escuelas y en las universidades y el saber iniciático. El saber oficial pone el acento sobre todo en unas actividades que van a aportar a los humanos el éxito material pero que les va a impedir llegar a ser espíritus, hijos de Dios. Así, se alejan cada vez más del espíritu, y ésta es la causa de todos los desequilibrios.

Demasiada preocupación por el cuerpo físico, debilita al alma y al espíritu

Siempre se busca la causa en otra parte: en el estrés, en el sufrimiento, en una mala nutrición. No, el origen de todos los desequilibrios radica en el desequilibrio entre el espíritu y la materia que trae consigo todas las otras formas de desarmonía que podemos constatar. Si el interés de los humanos se dirige únicamente a la satisfacción del cuerpo físico: los placeres, el confort, etc., el alma y el espíritu, que no son alimentados, se debilitan, y todo está patas arriba.

El bienestar humano depende de un equilibrio entre espíritu y materia

El espíritu y la materia son dos polos, dos principios con los que el ser humano debe saber actuar inteligentemente, razonablemente, prudentemente, y, sobre todo, no descuidar uno de ellos en detrimento del otro. Si no es recomendable imitar a Occidente, que ha dado la preponderancia a las adquisiciones materiales, el ejemplo de la India, que vive en la miseria y la enfermedad con el pretexto de misticismo y espiritualidad, tampoco es un ejemplo a seguir.

La materia no debe ser rechazada, sino volverla obediente al espíritu

Para restablecer de nuevo el equilibrio hay que volver a dar al espíritu y la materia su sitio respectivo, no rechazar la materia, sino volverla sumisa y obediente al espíritu. Sólo este equilibrio puede volver a dar a los humanos la salud, la belleza, la fuerza, la felicidad. Hay que razonar.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov,
Sèvres, Febrero 19, 1970

Obras Completas, vol. 17. Jnani Yoga I: Conócete a ti mismo.
Cap. 3, Espíritu y Materia