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Las constelaciones y planetas son los jeroglíficos, las letras sagradas que revelan, a aquellas que saben cómo descifrarlas, cómo la humanidad y el mundo fueron creados, cómo evolucionaron mano a mano, y como sus estructuras internas son idénticas. Cada ser humano que se vuelve consciente de su íntimo parentesco con el universo, comienza a sentir la necesidad de cultivar su vida interior a fin de redescubrir, en su interior, que la plenitud cósmica está simbolizada a la perfección por el círculo del zodíaco.

Las figuras geométricas son el marco o esqueleto de la realidad, pero aunque estén reducidas a los elementos esenciales, no quiere decir que estén muertas, pues representan entidades vivientes en el ser humano y en el universo. Y es por ello que, a fin de interpretarlas, debemos entregarles la vida del espíritu: No significaran nada si nos contentamos con estudiarlas, como elementos que ocurren fuera de nosotros.

Un estudio del árbol sefirótico, el Árbol de la Vida, nos entrega una visión muy clara del trabajo espiritual que se debe realizar, y es un método que les puede acompañar durante su vida. Síganlo, y sus pensamientos dejarán de vagar sin rumbo, y mientras van teniendo éxito en ascender por su camino, bendiciones caerán sobre ustedes. Volver a menudo al árbol sefirótico, nos entrega nuevas luces cada vez, no sólo entregándoles profundidad en su visión, sino también purificándoles, fortaleciéndoles, vivificándoles y embelleciéndoles. Quizás nunca entiendan esta sagrada figura por completo, y tengan aún menos éxito en conseguir las virtudes y poderes que representa, pero actuará como la representación de un mundo ideal, y siempre tendrá un efecto benéfico sobre ustedes.

El árbol sefirótico es una ayuda, para que trabajen sobre su propia materia, y también para mejorarla, moldearla, y hacerla vibrar, de forma tal que un día pueda expresar al mundo divino.