Los seres humanos se distinguen de otras criaturas, por el hecho de ser autoconcientes, esto es, tienen la capacidad de considerar, observar y analizar el mundo interior e invisible (pero muy activo) de sus pensamientos, emociones y voluntad. Pero el ser del que se están volviendo conscientes, nunca puede ser aferrado por completo, pues es en su mayor parte inconsciente.

Podemos traer a la superficie de nuestra conciencia, sólo una parte infinitesimal de las tremendas reservas de energía e imaginación almacenadas en nuestro inconsciente, y es por ello que nos toman de sorpresa nuestros sueños, nuestras emociones repentinas, nuestros estados de ánimo impredecibles… todas nuestras obsesiones, que colorean la vida psíquica y se cristalizan como comportamiento.

Los psicoanalistas no consideran muchas expresiones del subconsciente

Los psicoanalistas dicen que cualquier irrupción del inconsciente en la conciencia, es tan perturbadora (tan fuera de lugar con lo que la sociedad espera de nosotros), que la conciencia se avergüenza e intenta reprimir estas irrupciones. Esta actitud infantil y narcisista insiste en ser el único objeto de los afectos de alguien, un orgullo que compite con el Autor de todas las cosas, o es el deseo de venganza que eliminaría a todos que impiden su búsqueda de placer.

Bajo la presión de las normas educativas y sociales, el conciente construye un sistema de defensa que censura y reprime todas nuestras pulsiones instintivas, nuestros egoísmos primitivos. Y aún más pues el consciente se niega a reconocer en sí mismo tales tendencias antisociales. Los psicoanalistas a menudo no consideran otras expresiones del inconsciente, que a pesar de ser inconscientes, no deberíamos reprimir por nada.

Las expresiones del subconsciente pueden escaparse fácilmente

Por ejemplo los impulsos de valentía y esperanza que abren un mundo de armonía, las alegría sutiles de descubrir la pureza celestial, la fuerza con que brota la luz creativa, la unidad indestructible de la humanidad en el nivel del alma y del Espíritu, el sentimiento de inmortalidad, de Eternidad. Todo esto pasa muy ligeramente por nuestra conciencia, sin que lo podemos aferrar, a pesar de nuestro deseo de expandir nuestras percepciones y sensaciones.

La conciencia es el espejo del cielo y del infierno, pero no tiene poder para crear ninguno, Tenemos en nuestro interior dos naturalezas, ambas inconscientes, y depende de la manera en que conducimos nuestras vidas cotidianas, nos dice Omraam Mikhaël Aïvanhov, el que tengamos experiencias de luz, belleza, equilibrio, o bien de discordia, desorden, angustia, terror.

Los seres humanos deben tomar una posición elevada en sus mentes y cuerpos

Debemos hacer salir a la luz una de las naturalezas inconscientes, la naturaleza superior. Esto es extremadamente importante para nuestra educación, nuestra psicología, nuestro entendimiento de los problemas sociales. Los términos inferior y superior, indican la importancia que se le da a cada una, y donde situarlas.

Los seres humanos tienen una victoria fisiológica cuando toman una posición vertical, con sus cabezas sobre el nivel de sus estómagos y sus genitales; y ahora deben alcanzar una victoria psicológica, tomando una posición elevada en su propio interior.

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Obras Completas, Vol. 11 La Clave Esencial para los Problemas de la Existencia
Tomado del prólogo por Agnes Lejbowicz