Todo el mundo habla de un cambio, el mundo entero quiere un cambio, pero nada cambia nunca. ¿Por qué? Porque los seres humanos necesitan un faro como la Ciencia Iniciática, para mostrarles con claridad lo que es el cambio, y lo que se debe realizar para conseguirlo.

El cambio real comienza cuando una persona tiene éxito en instalar la paz, el orden y la armonía en sí misma – una dinámica que pone en acción un movimiento continuo, ininterrumpido, hacia la perfección. Nuestro mundo interior es un campo de batalla, un lugar de lucha para nuestras tendencias en conflicto: nuestros impulsos generosos versus nuestro egoísmo, nuestro pensamiento desinteresado versus nuestros cálculos muy interesados, nuestra ambición personal versus el bien de todos.

Tan pronto como la mente elige un cierto curso, el corazón pone objeciones y viceversa, y nuestro comportamiento es errático y contradictorio debido a este conflicto interior. Una línea coherente de comportamiento que resulta del vínculo armonioso entre pensamientos, emoción y acción, se puede encontrar sólo en seres con una fortaleza excepcional de carácter, que están completamente dedicados a una causa gloriosa.

Esto por sí mismo, les da la capacidad de dominar y controlar su mundo interior y, debido a este control, trae un cambio real en el mundo externo. Sin embargo, tan pronto como este ser altamente elevado desaparece, si no hay otros que continúen su forma de pensar, el cambio que han realizado se difumina poco a poco, hasta que también desaparece.

Sólo una persona que ha tenido éxito en mejorarse a sí misma, puede traer los cambios que mejorarán al mundo.

(Continúa…)

Obras Completas, Vol. 11 La Clave Esencial para los Problemas de la Existencia
Tomado del prólogo por Agnes Lejbowicz