La concentración es necesaria, tanto si queremos meditar, como si queremos contemplar o crear, no pertenece a ninguna facultad determinada, sino que consiste en el hecho de que dirigimos nuestras fuerzas hacia una meta precisa y procuramos mantenerlas orientadas sin cesar en esta dirección. La meditación, la oración, la contemplación, lo mismo que la identificación, presuponen que seamos capaces de concentrarnos.

La concentración es indispensable para que el trabajo sea eficaz; una persona que deja que su espíritu se disperse en todas direcciones seguirá siendo una nulidad. No podemos llegar a ser creadores de nuestro futuro mientras seamos débiles, mientras estemos dispersos, dislocados.

La concentración es indispensable para la vida espiritual

La concentración es un elemento indispensable de la vida espiritual. Si no tratan de vivir momentos espirituales en su existencia, entrarán en el otro mundo pobres, desnudos y despojados de todo. Algunos dirán: «Sí, pero no lo consigo, mi cerebro no está habituado, mi pensamiento se dispersa». ¡Ah!, tienen que trabajar para disciplinarlo, tienen que ejercitarse, porque sin la concentración no obtendrán ningún resultado.

Hay miles de ejemplos en la vida que demuestran la eficacia de la concentración y quizás ya se hayan entretenido en concentrar con una lupa los rayos de Sol para prender un trozo de papel… Entonces, ¿por qué no han transpuesto nunca este fenómeno al dominio psíquico para comprender que, una vez concentrado en un punto y mantenido el él durante el tiempo suficiente, el pensamiento puede prender fuego -simbólicamente hablando- a los materiales?

La concentración es una actividad esencial de la vida espiritual y deben ejercitarse con ella durante años, incansablemente… sin ni siquiera ocuparse de saber si son capaces o incapaces de hacerlo. Porque, cuando hayan desarrollado esta facultad, podrán poner remedio a todos sus defectos y mejorar vuestra vida. Si hay una cosa en la que deben creer es en el poder de la concentración del pensamiento.

La capacidad de concentrarse sobrevive en el espíritu por el resto de la eternidad

Cuando el ser humano abandona su cuerpo físico, esta capacidad persiste en su espíritu, porque es el espíritu el que piensa, siente y actúa. Lo hace a través de la materia, del cuerpo físico, pero cuando se libera de éste no hay que creer que entonces ya no puede sentir, ni pensar, ni actuar, sino que, al contrario, es entonces cuando puede hacerlo como Dios manda.

Si se ha habituado en la tierra a concentrarse en temas luminosos, será muy poderoso en el otro mundo, le bastará con concentrarse en el Señor o en la luz para disipar la turbación y las tinieblas. Pero si no ha desarrollado este poder en la Tierra no podrá utilizarlo en el otro mundo. Por eso deben habituarse a concentrarse cada día en los temas más elevados. Esto les permitirá continuar su progreso en paz, por el resto de la eternidad.

Ejercicios de concentración

Uno de los mejores ejercicios de concentración que les he dado es la meditación a la salida del Sol: se concentran en el Sol sin dejar entrar en ustedes ningún otro pensamiento y permanecen así durante un buen rato con la mejor actitud. Después de haber hecho este ejercicio se sentirán reforzados, iluminados, felices, colmados.

Y hasta les expliqué que, cuando están enfermos, si saben concentrarse en tal o cual órgano de sus cuerpos, podrán actuar favorablemente sobre sus células proyectando sobre ellas rayos solares… rayos de luz, de amor, de bondad, de vitalidad y de gozo.

Tomen, pues, la concentración como un ejercicio extremadamente importante y entrénense cada día con los temas más celestiales. Sentirán unos resultados extraordinarios, porque en vez de seguir gritando y cociéndose a luego lento toda la vida en la marmita, cada vez crecerán más, se liberarán, y vivirán una vida llena de armonía, de luz y de paz.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Obras Completas, vol. 18, Conócete a Ti Mismo: Jnani Yoga – Parte 2
Capítulo 6, Concentración – Meditación – Contemplación – Identificación