La energía sexual es un gran don, la fuente de nuestra fuerza vital, y un apoyo a la continuidad de la humanidad. Se puede comparar con un combustible, que si se utiliza sabiamente, dirigido a un ideal espiritual, nos impulsa a una forma más elevada de amor que nos trae alegría duradera, inspiración, y relaciones satisfactorias con los demás.

«La energía sexual es un don de Dios, sólo que hay saber utilizarla. Los países que tienen mucho carbón o petróleo bajo su suelo, se vuelven multimillonarios porque lo utilizan.

Y los que no saben utilizarlo, se queman. De la misma manera, la energía sexual es una fuerza que el ser humano debe aprender a utilizar para iluminar, calentar y hacer funcionar todo dentro de sí mismo.

Ya sea que si escogemos estar solteros o en una relación, la sublimación de la fuerza sexual es un trabajo que entrega inconmensurables recompensas. Tanto la represión como la promiscuidad tienen consecuencias indeseables, pero hay una tercera solución. Comprometiéndonos con un elevado ideal espiritual, y uniéndonos a nuestra alma y espíritu, podemos transformar nuestra energía sexual para desarrollar nuestro potencial más completo como seres humanos, y para traer el cielo a la tierra.

«Para dominar la fuerza sexual hay que tener ideal elevado, un inmenso amor por la perfección, por la pureza, por la belleza. Si no tienen este ideal, si no aman la vida divina, la vida perfecta, no luchen contra la energía sexual: serán destrozados.

La represión no es una solución al problema de la sexualidad, porque la represión no es otra cosa que negarse a dar a la energía sexual su salida habitual, sin tener una idea en la cabeza, un ideal que realice en los planos superiores un trabajo para sublimar esta energía.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov

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Izvor 213, ‘La Fuerza Sexual o El Dragón Alado’

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