El ser humano tiene una tendencia innata a evitar los esfuerzos y hace todo lo posible para desembarazarse de sus tareas cargándolas sobre los demás: humanos, animales o máquinas. Y es así como se debilita y pierde sus facultades. Quien quiera hacerse resistente, inteligente y capaz de afrontar todas las situaciones debe acostumbrarse a hacer esfuerzos.

Son los esfuerzos los que lo mantienen en pie y vivo. En nuestros días se pueden adquirir gran cantidad de cosas sin esfuerzo; pero, ¿cuál será el resultado? Estaremos colmados exteriormente y nada más; interiormente no tendremos nada, estaremos vacíos.

Tenemos máquinas que vuelan, pero no pueden elevarnos a un plano mental superior

El ser humano ha fabricado toda clase de ingenios para desplazarse por el espacio y, en efecto, se pasea en el aire con aviones, helicópteros, cohetes dirigidos, pero internamente permanece pegado al suelo, incapaz de despegarse, de elevarse con el pensamiento.

No está prohibido servirse de todos los medios técnicos que están a su alcance, ni de fabricar otros si son capaces de hacerlo, pero tienen que empezar por hacer un trabajo interior que les permita servirse de esos medios para seguir enriqueciéndose, mientras que, por el momento, contribuyen ante todo a desanimarles. Y también pueden tener la gloria, la riqueza, el poder, pero no estarán satisfechos si no han hecho ningún esfuerzo por obtenerlos.

El único punto de apoyo es nuestro propio esfuerzo

Tienen que contar con el esfuerzo; es en el esfuerzo donde encontrarán su alegría, su felicidad. Porque el único punto de apoyo sólido en que pueden fundar su existencia está en ustedes mismos y en su propia actividad. En la medida en que no hayan comprendido esto, no serán jamás dueños de la situación, dependerán siempre de las condiciones externas, estarán siempre a merced de los cambios y no obtendrán jamás nada de lo que desean profundamente: todo se les escapará. Acostúmbrense, pues, todos los días a contar solamente con sus esfuerzos y tendrán el cielo y la tierra: nada podrá decepcionarles.

El esfuerzo del corazón, alma y espíritu – quedarán con nosotros tras la muerte

Me dirán: «Pero esfuerzos ya los hacemos; precisamente no hacemos otra cosa: cada día vamos a trabajar para ganarnos la vida…» Sí, es verdad, pero eso no basta y, ciertamente, no son esos esfuerzos de los que les hablo. Les hablo de los esfuerzos de su corazón, de su alma, de su espíritu, de los esfuerzos por encontrarse, por relacionarse con lo que hay de más esencial en ustedes mismos: su Yo superior.

Estos son los esfuerzos más importantes y deben mantenerlos cada día, pase lo que pase. Incluso si no llegan a alcanzar el ideal que buscáis, no abandonen jamás sus esfuerzos, ya que es esto únicamente lo que les quedará incluso después de la muerte: los esfuerzos que se imponen a ustedes mismos, a fin de realizarse plenamente. Estos esfuerzos son la clave de su futuro.

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Izvor 231, Las semillas de la felicidad
Cp. 4, La filosofía del esfuerzo