«Si consultan a los biólogos sobre la herencia, les dirán que todos los rasgos del carácter que el niño recibe cuando nace están contenidos en los cromosomas, y que, modificando los cromosomas, se podría operar sobre el carácter. Es cierto que los cromosomas contienen los elementos necesarios para la formación de las características de un niño, pero los cromosomas no son más que el aspecto bioquímico de la cuestión.

En la Ciencia esotérica se dice que todo lo que existe en la tierra posee un doble. Nuestro cuerpo físico mismo tiene un doble, el cuerpo etérico, que tiene exactamente la misma forma y las mismas funciones que él, aunque sea de una materia diferente, mucho más sutil.

El cuerpo etérico es la sede de la memoria, es el que tiene la propiedad de grabar y conservar los sucesos exteriores, pero también nuestras propias acciones, nuestros deseos, nuestros pensamientos. Podemos comparar estas grabaciones a clichés fotográficos que permiten sacar las mismas imágenes en millares de ejemplares. Una vez grabada, cada cosa (pensamiento, sentimiento o acción) debe obligatoriamente repetirse; así es como nacen los hábitos. Para cambiar un hábito, tenemos que cambiar de cliché.

Pero lo comprenderán mejor si les doy un ejemplo. ¿Qué es una semilla? Un cliché. No ven el trazado de las líneas de fuerza, pero pongan la semilla en la tierra y regadía: el sol la calentará y pronto verán aparecer un brote, un tallo, unas hojas… Todo estaba ya dibujado en el interior de la semilla por una mano muy inteligente. De otra forma, ¿cómo explicar las proporciones, la medida, toda la belleza de una planta, si no hubiese, escondido en la pequeña semilla, un cliché cuyas líneas de fuerza canalizan las energías?

De la misma manera, si algunos seres humanos se ven empujados siempre a cometer tal o cual crimen, es porque hay depositados en ellos unos clichés que, como líneas de fuerza, les empujan en esta dirección.

Al principio, no se sabe cuándo, quizás en esta vida, quizás en una vida anterior, tuvieron un pensamiento, un sentimiento, hicieron un gesto que se grabó en la materia etérica de su cerebro; una vez el cliché grabado, repiten siempre este gesto o este sentimiento, porque la naturaleza es fiel.

Por eso les decía hace un rato que los cromosomas no bastan para explicar el temperamento de un niño; la cosa viene de más lejos. Pero los biólogos, que nunca han estudiado estos problemas desde el punto de vista iniciático, no saben que en el cuerpo etérico del hombre se encuentran unos clichés anteriores a esta vida, y que estos clichés, precisamente, son más importantes que los cromosomas

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Izvor 221, El Trabajo Alquímico o la Búsqueda de la Perfección
Capítulo 6, Los clichés