– La paz es el resultado de un profundo entendimiento y claridad de visión

La paz no es una condición que pueda ser alcanzada por medios externos, mecánicos. Si buscan la paz y, al mismo tiempo, siguen viviendo en un clima interno oscuro, turbulento, nunca la encontrarán. La paz es un resultado, una consecuencia de algo más; indica un estado de equilibrio y armonía perfectos entre todas las funciones y actividades internas y externas del ser humano. En consecuencia, si queremos trabajar por la paz, debemos conocer los métodos y medios a utilizar, y esta es la ciencia que se explica en mi Enseñanza.

Mientras entiendan sólo la naturaleza inferior de la humanidad, pueden decir con toda verdad que son animales salvajes. Pero deben mirar más profundo, y reconocer la divinidad oculta en su interior, y entonces verán que las bestias salvajes han dado paso a Ángeles. Los seres humanos han vivido en el nivel de sus instintos y pasiones egoístas por demasiado tiempo y, naturalmente, no ha quedado mucho espacio para manifestaciones de magnanimidad, nobleza y generosidad. Es cierto que hay bestias salvajes en el ser humano: sólo deben raspar la superficie o quitarles algo, y verán cuan fácilmente golpean de vuelta, si no han hecho esfuerzo alguno en ser más nobles o iluminados. Pero tan pronto como comienzan a controlarse y espiritualizarse, son capaces de elevarse sobre tal pequeñez mental.

La Ciencia Iniciática explica el trabajo que se debe hacer, a través de los conceptos de armonía y fraternidad. Todos saben que el cuerpo humano se compone de un número de órganos separados pero interdependientes, y aunque cada órgano tiene su función particular, todos deben trabajar en armonía con el otro, de otra forma el resultado es el desorden o – para ponerlo en términos musicales – la disonancia. Los seres humanos sólo pueden estar sanos y en paz, si cada uno de sus órganos trabaja sin egoísmo y desinteresadamente, por el bien del total. Pero ese tipo de paz y salud es únicamente física.

Sólo podrán conocer la paz, cuando todas sus células vibren al unísono, con un ideal ideal sublime, desinteresado. Los sabios nos dicen la verdad, por lo tanto, cuando dicen que no conocerán la paz hasta que cada una de sus células, cada fibra del ser, esté inundada con pensamientos de amor, esto es, en compasión, generosidad, perdón, y desinterés. Esta es la única forma de alcanzar la paz. Si aún guardan rencor contra sus vecinos, si no pueden encontrar en sus corazones para perdonarles, y siguen intentando buscar una forma de vengarse, o si alguien les debe dinero y siguen rumiando sobre cuándo les irán a pagar, nunca hallarán la paz, porque esas preocupaciones son demasiado personales, demasiado centradas en el ego, egocéntricas.

Cuando hablamos de la paz del alma y del espíritu, debemos ir mucho más alto: todos los distintos elementos que contribuyen a hacer ese otra totalidad, nuestro organismo psíquico, también deben vibrar al unísono, desinteresadamente, imparcialmente y sin fricción, tal como los órganos del cuerpo físico. La paz, por lo tanto, es un estado más elevado de conciencia y, dado que nuestro estado de conciencia depende en gran manera de la salud de nuestro cuerpo físico, el menor problema en el plano físico encuentra un eco en el plano psíquico; los organismos físico y psíquico deben estar en armonía entre sí, antes que hallemos paz verdadera.

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La paz, como ya he dicho, es un resultado. Cuando todos los instrumentos de una orquesta están perfectamente afinados a la misma altura, cuando todos los músicos ya han practicado bajo un director que han aprendido a conocer, amar y obedecer, entonces pueden producir música extraordinariamente armoniosa. Y en un ser humano, la paz es esta armonía, este acorde perfecto que reina entre todos los numerosos elementos, fuerzas, funciones, pensamientos, sentimientos y actos.

Es el resultado de la armonía que reina entre todos los elementos que constituyen a un ser humano: espíritu, alma, intelecto, corazón, voluntad y cuerpo físico. Y si la paz es tan rara y tan difícil de alcanzar, es precisamente porque estos distintos elementos están muy raramente en armonía. Una persona puede tener sabiduría o una mente lúcida y, al mismo tiempo, albergar sentimientos básicos en su corazón que le lleven a cometer actos de locura. O puede estar animada por las intenciones más nobles, y sin embargo sufrir de una parálisis de la voluntad. En tales condiciones, ¿cómo podrían estar en paz consigo mismos? La paz es el logro supremo. Cuando, tras mucho sufrimiento y muchas batallas, derrotas y victorias, la naturaleza divina de un ser humano triunfa finalmente sobre toda la insurrección y tumulto de su naturaleza inferior, entonces puede obtener la paz.

La paz, entonces, es el resultado de un profundo entendimiento y una visión clara de los distintos elementos que alimentan al ser humano en cada nivel de su ser. Pero, como he dicho, el conocimiento no basta: una persona debe ser también extremadamente vigilante y fuerte mentalmente, si ha de detener cada elemento capaz de hacerle daño. Si los Iniciados siempre insisten tanto en la importancia de la pureza, es porque saben muy bien que incluso la impureza más ligera, sea en sus cuerpos físicos o en sus pensamientos o sentimientos, les roba de inmediato la paz.

(Continuará…)

Este tema también está cubierto en otro artículo:
http://with-omraam.com/es/es/atraemos-los-lideres-que-merecemos

Omraam Mikhael Aivanhov
Obras Completas, Vol. 6, La Armonía