De momento nuestra personalidad, que está hecha de estos tres cuerpos, actúa a menudo de manera contraria a las tendencias de la individualidad. La individualidad está siempre animada por los mejores impulsos, pero nuestra personalidad, que quiere ser libre e independiente, no hace más que lo que se le antoja, no obedeciendo a ninguno de estos impulsos que vienen de arriba.

A pesar de que es animada, vivificada, alimentada y sostenida por el espíritu, hace con frecuencia lo contrario de lo que éste desea… Hasta el día en que, al fin, la individualidad consiga infiltrarse, controlar y dominar la personalidad. Entonces la personalidad se volverá tan sumisa y obediente que se hará una con la individualidad; ésta es la verdadera fusión, el verdadero matrimonio, el verdadero amor.

Unir ambos extremos ocurrirá tarde o temprano

Esto es precisamente lo que se llama en la ciencia esotérica, llegar a «unir los dos cabos». Uno de estos cabos es la personalidad, que es triple, como Cerbero, el can con tres cabezas que guardaba la entrada de los Infiernos; y el otro cabo es nuestra individualidad (que es también una trinidad), o nuestro espíritu, nuestro lado divino. Esta fusión, esta unión, este matrimonio tan deseable debe producirse un día… Pero no se sabe qué día. Para cada persona será diferente.

Este es el objetivo de los métodos y ejercicios de una Escuela Iniciática

Y justamente el trabajo del discípulo está ahí; en medio de las peripecias, de las vicisitudes y de las tribulaciones de la vida, debe llegar a someterse, a obedecer y a unirse a la individualidad, a esta voluntad divina que está dentro de él, para convertirse final-mente en un instrumento dócil a disposición de esta entidad suprema que es Dios mismo. Todo reside en esto; el objetivo de las prácticas y de los ejercicios que se enseñaban en las escuelas iniciáticas ha sido siempre éste. La mayoría de los hombres han tomado el camino de la personalidad – que es caprichosa, desordenada, rebelde y anárquica – y están persuadidos de que ésta es la mejor actitud, el verdadero progreso y la verdadera evolución.

Algunas personas reciben ayuda divina

Algunos más inteligentes, más avanzados y evolucionados, que han hecho ya muchas experiencias en otras encamaciones, escogen el otro camino, el del control de sí, el del autodominio; consiguen entonces una inteligencia, una voluntad y una conciencia con las que dirigen, coordinan, orientan y controlan todos los acontecimientos de la vida… una luz si prefieren, gracias a la cual llegan a dominar todo lo que dentro de sí tienen de recalcitrante, de contradictorio, de personal y de anárquico… Esta naturaleza inferior la tenemos todos hasta el momento en que nuestro ser llegue a estar tan bien equilibrado, armonizado, resucitado e iluminado, que al fin, la divinidad, que vive también dentro de nosotros, irrumpa, se manifieste y se exprese con medios aún insospechados: colores, formas, rayos, perfumes, una música, una inteligencia, una simetría y una belleza verdaderamente divinas.

Para otros, su nivel de conciencia aún es producto de la personalidad

Pero todo el problema reside en que, incluso cuando se sabe muy bien en qué consiste la evolución, la liberación y el autodominio, de vez en cuando la personalidad nos arrastra. ¿Por qué? Porque el grado de conciencia que hemos alcanzado por el momento es, precisamente, una formación de la personalidad.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas, Vol. 11, La Clave de los Problemas de la Existencia