El cuerpo físico es una buena fortaleza, pero cuando lo dejamos en el momento de la muerte, si hemos transgredido las leyes del amor, de la sabiduría y de la verdad, nos vemos obligados a pagar en el plano astral por todas esas transgresiones.
Todo esto no es una invención: los más grandes Maestros de la humanidad lo han dicho siempre, grandes artistas, pintores, poetas, han representado ese mundo en sus obras, y personas clínicamente muertas durante tres o cuatro días, volvieron después a la vida y pudieron contar lo que ellas habían vivido en el plano astral. El Cielo permite así, de vez en cuando, que algunas personas puedan tener esa experiencia para hacer reflexionar a los humanos, para recordarles ciertas verdades.
El plano astral inferior puede ser difícil
Así pues, después de la muerte, el ser humano debe sufrir en el plano astral todo el mal que ha hecho a los demás, sufrir por todas las transgresiones que ha cometido. No es que la Inteligencia cósmica quiera vengarse de ellos o castigarles; sólo quiere que el hombre llegue a ser perfectamente consciente de todo lo que ha hecho sobre la tierra, porque a menudo, hizo sufrir a seres sin ni siquiera darse cuenta de ello, y esta ignorancia es inaceptable, le impide evolucionar.
La Inteligencia cósmica nos hace pues pasar por sufrimientos que hemos infligido a los demás para que aprendamos bien lo que hemos hecho y podamos así corregimos. El tiempo que pasemos en él, depende de la gravedad de nuestras faltas. Algunos que no han cometido grandes crímenes, superan pronto esta etapa, mientras que otros permanecen durante años en los sufrimientos.
En el plano astral superior, descubrimos el bien que hemos hecho
Cuando el ser humano ha pagado exactamente sus deudas, entra en la primera región del astral superior donde experimenta el gozo, la admiración a causa de la felicidad que hizo sentir a los demás en la tierra. Todo lo que hizo de bueno por ellos: ayudarles, alentarles, darles esperanza, despertar en ellos la fe o el amor, debe también vivirlo en el astral, amplificado al infinito.
Sólo en ese momento se da cuenta de lo que ha hecho en la tierra. Pues ocurre, ciertamente, que ciertos seres muy evolucionados favorecen a los demás ignorando a cuántas personas benefician, a cuanta gente proporcionaron bienestar, dicha, la vida; y lo hacen instintivamente, sin pensarlo. Pero la Inteligencia cósmica quiere que todo sea conocido. Así pues, después de su muerte, es necesario que esos benefactores inconscientes vean, comprendan, sientan todo el bien que pudieron hacer, y quedan maravillados.
(Continúa…)
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas, vol. 32, Los Frutos del Arbol de la Vida: La Tradición Cabalística
Cap. 14, La muerte y la vida en el más allá.
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