Pero el ayuno no sólo tiene una buena influencia sobre la salud. Cuando los iniciados quieren ayudar o salvar a alguien que se encuentra sumergido en las dificultades, se ponen a ayunar durante varios días, para poder enviarle las fuerzas espirituales que se acumulan en ellos durante estas privaciones. Por eso los iniciados ayunan muy a menudo para poder ayudar a sus amigos o a sus allegados. ¿Cómo se produce esta transferencia de fuerzas? He ahí una cuestión que entra en el dominio de la magia.

El ayuno es un instrumento mágico gracias al cual podemos incluso expulsar a todas las entidades maléficas que se albergan en nosotros. El primer día de ayuno, estas entidades se quejarán de nosotros diciendo: “Este amo se vuelve malvado, ya no nos da nada», y se irán a buscar a otro que las alimente. Claro que hay algunas entidades más resistentes que sólo nos abandonan el segundo día, o el tercero, o incluso más tarde. Cada día, nuevas entidades nos abandonan, y nos sentimos cada vez más apacibles, ligeros, lucidos. Cuando sus discípulos vinieron a preguntarle a Jesús cómo se podía expulsar los demonios, les respondió: con la oración y con el ayuno. No hay otros medios. Si nunca ayunamos, todas las entidades inferiores que hay en nosotros se fortalecen y se vuelven tan poderosas que acaban aniquilándonos.

Jesús, pues, ayunó durante cuarenta días. Desde el punto de vista cabalístico, el cuadragésimo día representa el término de numerosos procesos. El número 40 representa una medida, un límite, y, a veces también, la muerte. Después de cuarenta días. la oruga muere a su vida de oruga que come hojas, para vivir a la vida de mariposa que se alimenta del néctar de las flores. El cuadragésimo día, mueren todas las malas entidades que hay en nosotros, no pueden soportar las condiciones que impone el ayuno.

El orgullo es la única entidad malvada que sobrevive

Solamente una subsiste hasta la cima: es el orgullo, el espíritu del orgullo que hizo que una parte de los ángeles se rebelaran contra Dios. El espíritu del orgullo es infatigable. Sigue a los discípulos, a los iniciados, a los Santos, a los Maestros, hasta el último grado de la evolución. Podemos liberarnos fácilmente de todos los demás vicios, pero el orgullo es muy resistente. Es semejante al liquen, que subsiste incluso en la cima de las altas montañas.

El orgullo acompaña a los Iniciados hasta la cima, tanto más cuanto es capaz de revestirse con todas las apariencias, incluso las más virtuosas, las más luminosas. Muy pocos Iniciados pueden reconocer y distinguir este orgullo bajo sus diferentes formas.

Cuántos Maestros cayeron por orgullo, orgullosos de su saber, de su santidad, de sus poderes. A pesar de su inteligencia de su pureza, no se dieron cuenta de que su corazón se endurecía. Algunos acabaron creyéndose Dios en la Tierra. Por eso se recomienda a los discípulos que se protejan del orgullo desde el principio.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
París, 28 de enero de 1939

Obras Completas Vol. 4, La semilla de mostaza
Cap. 6, «Las tres grandes tentaciones».