Las tres grandes pruebas están relacionadas respectivamente con el estómago, con el corazón y con la cabeza, es decir, con el plano físico, con el plano astral y con el plano mental.

En su existencia, todo ser humano atraviesa estas tres fases del estómago, del corazón y de la cabeza. Cuando es niño, vive constantemente al nivel de su estómago: no hace más que comer, y su deseo de probarlo todo le impulsa a llevárselo todo a la boca.

Cuando se hace más mayor, es su corazón el que quiere manifestarse, vive en el amor y la fe. Se ve impulsado a lanzarse a las pasiones ardientes del corazón, con la esperanza de que Dios enviará a sus ángeles que le protejan, y de que, aunque caiga, estos ángeles le lavarán y le cuidarán. Así, el joven cree que Dios le protege a pesar de todas las tonterías que pueda hacer.

Encontramos así a cierto número de personas que, como pertenecen a una religión, a una Fraternidad, se imaginan que pueden pensar o hacer cualquier cosa, que siempre estarán protegidas. Esto es falso.

El único que es protegido es el que no se tira abajo, porque, si se tira, es otra ley la que entra en acción. Somos libres antes de tiramos desde lo alto del templo, pero después nos encontramos sometidos a otra ley, ya no somos libres. Imaginen un bloque de piedra o una roca sobre la montaña: si la hacen bascular, se acabó, ya no son libres de su movimiento.

Antes de pronunciar una palabra, son libres, pero en cuanto la han pronunciado, se vuelve independiente de ustedes y ya no tienen ningún poder sobre ella. La segunda tentación concierne, pues, a la manera de actuar razonablemente y en armonía con las posibilidades que nos ofrece la vida.

Llegado a la edad adulta, el ser humano piensa y reflexiona, tiene más experiencia, saber, autoridad, está maduro, en la cima, y tiene tendencia a volverse duro, severo, quiere que le obedezcan y está tentado a creer que el mundo entero debe reconocerle como patrón, como amo. Así, afronta la tercera tentación que viene de la cabeza, de la cima de la montaña.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
París, 28 de enero de 1939

Obras Completas Vol. 4, La semilla de mostaza
Cap. 6, «Las tres grandes tentaciones».