La mini-serie de «El Viaje Espiritual», corresponde a uno de los temas pertenecientes a la Sinósfera. Esta serie contiene extractos del libro Naturaleza Humana y Naturaleza Divina, Izvor 213. Nos entrega un punto de partida para nuestro viaje espiritual, un entendimiento de que las dos naturalezas existen en el ser humano, y que es nuestro destino el desarrollar nuestra Naturaleza Superior, a fin de que pueda expresarse. Para leer el resto de la serie, haz click en la flecha que dice «Siguiente» al comienzo y al final de este post.

«Al venir al mundo, todo ser humano trae consigo antiguas tendencias heredadas de un pasado muy lejano en que poseía características comunes a los animales. Nadie se ha liberado ni desprendido de este pasado. La diferencia entre los seres estriba en que algunos, iluminados por la luz de la Ciencia iniciática, saben dominar sus tendencias animales, mientras que los demás, que se hallan privados de esta luz, o no la han aceptado, no pueden hacer otra cosa que manifestar sus tendencias inferiores.

Es importante darse cuenta que existe una Naturaleza superior en los seres humanos, que se expresa de forma muy distinta que aquella naturaleza humana heredada del reino animal.  Muchos hablan de seguir los consejos de la naturaleza, de imitar a la naturaleza, de ajustarse a sus leyes. Si, pero ¿de qué naturaleza hablan? No existe una sola naturaleza sino dos: la inferior y la superior. Muchos de los que dicen que «obedecen a la naturaleza», se oponen en realidad a la naturaleza superior, mientras que aquellos que han decidido liberar en ellos la naturaleza divina, se esfuerzan por limitar y maniatar la naturaleza animal. Reina una gran confusión en el pensamiento de los humanos, por eso es necesario que se conciencien de la existencia en ellos de una naturaleza superior que tiene manifestaciones opuestas a lo que llaman la naturaleza humana, pues esta «naturaleza humana» no es, en realidad, más que su naturaleza inferior, heredada del reino animal. Cuántas veces para justificar ciertas debilidades, se oye decir: «Es humano» y en realidad, si se piensa con detenimiento, «es humano« significa simplemente: es animal. No está escrito en ninguna parte que el ser humano deba abandonarse a tales debilidades.

Los animales están muy bien tal como son. Ya que el único problema para ellos es sobrevivir, es preciso que coman, que se cobijen, se reproduzcan, se defiendan. Para ello, la naturaleza les ha dotado de instintos a los que obedecen y que se llaman instintos de conservación, de procreación, de agresividad, etc. Es natural pues que los animales se muestren egoístas, crueles, temerosos. Sin embargo el caso de los seres humanos es diferente: la Inteligencia Cósmica les ha dado la razón y otras cualidades y virtudes que les permiten ir más allá de los instintos; aunque todavía posean la naturaleza animal también tienen otra naturaleza que deben desarrollar. Por supuesto, no digo que sea fácil y que se pueda hacer de la noche a la mañana. ¡La naturaleza animal está todavía tan cerca, con sus instintos, su codicia!

La naturaleza instintiva ha tenido en el hombre, a través de las reencarnaciones, durante siglos y milenios, el tiempo suficiente para desarrollarse y fortalecerse, mientras que la inteligencia, el razonamiento, la sabiduría son de reciente aparición. Es por ello que son tan frágiles y delicadas. ¡No les debería sorprender, el ser controlados por vuestra naturaleza humana!  Es vuestra propia naturaleza, vuestra naturaleza instintiva, prehistórica, que se despierta y se deja arrastrar por manifestaciones con las que se siente afín sin que la razón pueda intervenir.

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La cuestión es cómo desarrollar nuestra inteligencia, y hacerla fuerte para conquistar nuestros instintos e impulsos ancestrales, nuestra naturaleza animal (o humana). Es vuestro problema, mi problema, y el problema de todos. Debemos resolverlo aprendiendo a no rendirnos ante nuestra naturaleza inferior.

Es normal que los animales conserven el miedo que les salvará del peligro porque no tienen inteligencia; pero no sería natural que el ser humano, que posee este nuevo elemento, este factor de progreso que es la inteligencia, conservase todavía el miedo del estado animal, ya que entonces no evolucionaría.

Es una ley que aquello que es bueno y aconsejable para la Naturaleza en un momento determinado, no lo es en otra época. Debemos hacer lo mismo. La sabiduría consiste en saber cuánto tiempo hay que conservarlas y cuándo hay que desprenderse de ellas. Este ejemplo del miedo debe hacernos reflexionar; al ser humano ya no le está permitido tener miedo.

Si nos mantenemos en nuestras viejas concepciones, nunca estaremos vivos. Es preciso suprimir las viejas formas y adoptar otras nuevas, magnífícas, ¡entonces si que viviremos!

(Continuará…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Izvor 213, Naturaleza Humana y Naturaleza Divina
Capítulo 1, ¿Naturaleza humana… o naturaleza animal?