Si es tan difícil hacer que los seres humanos admitan‏ la realidad de un mundo que no ven, es porque to‏davía no poseen, para observarlo o captarlo, unos‏ órganos tan desarrollados como los que les permi‏ten entrar en contacto con el mundo físico: tacto,‏ vista, oído, olfato, gusto.‏

La idea de que existe otro mundo poblado por‏ innumerables seres invisibles, tan reales como‏ aquellos con los que nos encontramos todos los días,‏ y algunos de ellos más evolucionados que el hombre,‏ es algo inverosímil o hasta insensato para la mayo‏ría de la gente. Todo lo que no ven y que los ins‏trumentos más perfeccionados utilizados por la cien‏cia no pueden de‏tectar, no existe.

Pues bien, éste es un razonamien‏to erróneo. ¿Acaso ven lo que es esencial para ellos,‏ su propia vida?… Un hombre está ahí, tendido en‏ el suelo; es visible, es palpable, pero está muerto:‏ algo invisible le ha abandonado, algo que le hacia‏ caminar, amar, hablar, pensar. Pueden depositar a ‏ su lado toda la comida que quieran y todos los te‏soros del mundo diciéndole: “Todo esto es para ti,‏ mi amigo, ¡Disfrútalo!”, pero eso no cambiará nada, no habrá reacción alguna. ¿Ante esto, cómo alguien podría dudar de la existencia del mundo invisible ?‏ El mundo visible no sería nada si no estuviese‏ animado, sostenido por el mundo invisible.

En el‏ origen de lo visible siempre hay que buscar lo invi‏sible. Si el mundo existe para ustedes, si pueden‏ ver el cielo, el sol, la tierra, es gracias a este princi‏pio invisible que hay en ustedes que les permite des‏cubrirlos a través de unos instrumentos visibles, que‏ son sus ojos. Si el principio invisible no estu‏viese presente, sus ojos, que están ahí, no les‏ servirían de nada, no verían con ellos. El mundo‏ visible no es más que la envoltura del mundo invi‏sible sin el cual no podríamos conocer nada de to‏do lo que existe a nuestro alrededor.‏

(Continuará)

Omraam Mikhael Aivanhov,
Izvor 228, Mirada al Más Allá
http://www.prosveta.com/api/flipping/P0228AN

Imagen: Josephine Wall