«Los descubrimientos de los Iniciados han llegado hasta nosotros, y ahora se los transmito para su utilidad y su propio perfeccionamiento.

Tengo el privilegio de disponer de un lenguaje muy claro, muy sencillo, casi infantil, mientras que todo lo que encuentran en las obras de los religiosos y de los filósofos ¡es tan abstracto y oscuro! Pero ¿por qué no simplificar la expresión de las grandes verdades?… Esta es una cualidad que Dios me ha dado: la de saber presentar las cosas clara y sencillamente.

Los seres humanos viven como si se encontrasen en una caverna iluminada solamente por una velita: ven justo lo suficiente para salir del paso, y ni siquiera saben dónde están. Pero, cuando el sol llega con su luz, de repente se dan cuenta de que estaban rodeados de tesoros, de riquezas, de esplendores, pero, como no los veían, nunca habían tratado de acercarse a ellos.

Al venir cada mañana con el deseo de contemplar al sol, de extraer fuerzas de él, de penetrar en él, pero también de encontrarlo dentro de nosotros mismos, abandonamos la periferia para volver hacia la fuente, en la paz, la luz, la libertad, en unión con Dios. El sol es el centro de nuestro sistema solar y todos los planetas gravitan a su alrededor en un movimiento armonioso. Este movimiento armonioso de los planetas alrededor del sol es el que debemos imprimir a nuestras células.

«Pero, ustedes dirán, ¿es absolutamente necesario ir a ver la salida del sol? ¿No es lo mismo rezar en casa?» En las habitaciones de ustedes pueden, desde luego, rezar, conectarse con Dios, encontrar el centro; pueden tener los mismos resultados, los mismos éxtasis, por supuesto.

Pero, si al mismo tiempo que rezan, respiran el aire puro, si se exponen a los rayos del sol, realizan esta unión con Dios, no sólo intelectualmente, con el pensamiento, sino también físicamente, con el aire, con la luz, y entonces su oración es más completa.

Cuando asistimos a la salida del sol, somos ayudados por unos factores muy poderosos: el aire puro, la paz, todo este espacio, este calor, esta luz… ¡Es la plenitud! ¿Ven?, queridos hermanos y hermanas, si sabemos situar correctamente las cosas y apreciar su valor, nos acercamos más rápidamente, más eficazmente, más maravillosamente a esta fuente de la vida que todos necesitamos.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas Vol. 10, Los Esplendores de Tipheret
Izvor 201, Hacia una civilización solar