¡Cuántas cosas comen y beben los humanos, cuántas vestimentas usan, cuántos objetos emplean que están cargados de impresiones maléficas, tenebrosas… y no se dan cuenta de ello! Pues bien, eso les obstaculiza en su evolución. Les revelo hoy una gran verdad que todas las enseñanzas iniciáticas conocen desde la Antigüedad, y que debe cada vez pesar más en su vida.

He verificado y experimentado la verdad de todo lo que les digo

Entonces, lo que hay que hacer es muy simple: piensen en bendecir los objetos que utilizan, en consagrarlos al servicio de Dios, pídanle a los espíritus luminosos que los empleen favorablemente para su evolución y la de toda la humanidad. Esto es lo esencial, sin entrar en los detalles de los gestos y de las fórmulas. Háganlo, es muy importante.

En cuanto a aquellos que dudan, que se niegan a creer, no tienen lugar en una Escuela Iniciática, pierden su tiempo. Aquí aprenden verdades esenciales, divinas, eternas, que les permitirán restablecerse, reconstruirse, convertirse en un hijo de Dios, en una hija de Dios. Acepten estas verdades, tengan confianza en mi pues todo lo que les digo lo he verificado yo primero.

¡El sol está más vivo que cualquier estatuilla!

En el Tíbet se enseña a los adeptos cómo trabajar con la estatuilla de una divinidad. Mediante la concentración, la entonación de fórmulas mágicas, aprenden a impregnar esa estatuilla de su vitalidad, hasta el día en el que la divinidad debe venir a habitar realmente la estatuilla, y el adepto entra entonces en contacto con ella para recibir su ayuda y sus consejos.

Quise verificar la eficacia de este método, y es verdad que es eficaz… Pero yo encontré un método mejor. Encontré que en lugar de perder todas sus energías impregnando una estatuilla al concentrarse sobre ella, era preferible concentrarse más bien sobre el sol. El sol es más vivo que una estatuilla, y si durante años dirigen a él sus palabras, sus pensamientos, su amor, no es tanto tal vez lo que lo vivificarán (lo que de todas maneras él no necesita) sino que será él quien les vivificará, lo que es aún mejor.

Enfóquense en alimentarse y animarse ustedes mismos, con ayuda del sol

Es pues deseable, ya se los he dicho, introducir buenas vibraciones en los objetos, pero todo el trabajo espiritual está lejos de consistir únicamente en esto. Incluso si el objeto es benéfico para ustedes, permanece exterior a ustedes, y toda la vitalidad que le dan les deja, ya no es de ustedes. En ese caso, el objeto o la estatua vive su propia vida y extrae de ustedes elementos para alimentarse. Alimentan a alguien más a su lado, y se arriesgan a perderlo. ¿No es mejor que la estatuilla sean ustedes mismos, y que se dejen animar y vivificar por el sol, por la divinidad del sol? De esta manera, todas sus fuerzas estarán en ustedes, permanecerán en ustedes y será el sol el que siempre las alimentará.

Todo es posible en la vida con la magia blanca. Así pues, en lugar de contentarse con vivificar los objetos, ¿por qué no vivificarse a sí mismo? Pues «el objeto» más importante, son ustedes… sí, ustedes.

Omraam Mikhaël Aïvanhov,
El Bonfin, 16 de Julio de 1967.

Obras Completas Vol. 32, Los Frutos del Árbol de la Vida
Cap. 23: Los objetos, receptáculos de la vida.