A veces les dicen: «Pero, ¡abre los ojos!» Es una forma de expresarse, puesto que ya los tienen abiertos. Así pues, ¿a qué ojos se refieren? A otros ojos, más lúcidos, que tienen una visión mucho más profunda, más espiritual. Los ojos de su cuerpo están abiertos, pero tienen otros ojos, y éstos están cerrados. Algunas veces, sin embargo, nos damos cuenta de que existen y de que podemos abrirlos.

Pero para poder abrir estos ojos espirituales, que ven aspectos más sutiles de la realidad, se deben cerrar los ojos físicos. Y otras veces sucede lo contrario: al cerrar los ojos físicos, también se cierran los ojos espirituales, y al abrir los ojos físicos, también se abren los ojos espirituales. Ya lo ven: son matices muy sutiles. Poco a poco llegarán a entender todo esto y a poder utilizarlo en la vida cotidiana.

Los occidentales han conseguido llevar a la perfección la vida de los cinco sentidos. Se imaginan que, de este modo, lo sabrán todo… y serán felices. Conocen muchas cosas, es cierto, tratan de experimentar muchas sensaciones, pero los cinco sentidos devoran toda la energía psíquica y ya no queda nada para el plano espiritual.

En Occidente las personas viven demasiado inmersas en las sensaciones físicas y se quedan sin energía para concentrarla en otras facultades que podrían despertar. ¡Demasiadas sensaciones! «Vivimos»… es cierto que viven; pero es una vida que mantiene escondida la verdadera vida. Esto tienen que comprenderlo y decidirse a eliminar muchas sensaciones que les impiden una percepción real de las cosas.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

(Continúa…)

Centros y Cuerpos Sutiles, Izvor 219
Cap. 1: Evolución Humana y Desarrollo de los Centros Espirituales.