Cuando digo que el espíritu humano «desciende a la materia», me refiero al cuerpo físico, para instalarse, tomar posesión de él y convertirse en su dueño. Luego, cuando se siente cómodo en su casa, trabaja y actúa sobre el medio exterior, manipula las cosas como si fuera su dueño: las transforma, construye, destruye…

Se trata de un período de involución, de descenso a la materia. Sin embargo, puesto que el Espíritu divino tiene grandiosos proyectos para el ser humano, no le deja descender indefinidamente, hundirse completamente, perder todo contacto con el Cielo y olvidar sus orígenes.

Cuando haya adquirido un estadio suficientemente satisfactorio de autodominio, de control de su cerebro, de sus miembros y de todas sus facultades, de conocimiento de todas las propiedades de los elementos, entonces otras influencias, otras fuerzas, otras corrientes empezarán a afectarle, a elevarle y, progresivamente, reencontrará las facultades que poseía en un pasado lejano: conocerá a la vez la materia y el espíritu.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

(Concluirá…)

Centros y Cuerpos Sutiles, Izvor 219
Cap. 1: Evolución Humana y Desarrollo de los Centros Espirituales.