Se pueden estudiar las cosas desde varios puntos de vista: físico, químico, astronómico, político, financiero, etc., lo cual está muy bien, pero mientras no se las estudie desde el punto de vista mágico, no se conoce lo esencial.

Ahora bien, todo actúa sobre nosotros, todo lo que vive en la naturaleza nos influye: el sol, las estrellas, las plantas, las piedras, los animales…
Y el comportamiento de los seres humanos también es algo mágico: las miradas, los gestos, las palabras. Desgraciadamente, muy pocos son conscientes de los efectos que producen: gesticulan, lanzan miradas dañinas, profieren palabras negativas sin saber que el cosmos es como una inmensa pared que les devuelve como un eco cada – una de sus manifestaciones. Si se pasean por un círculo de montañas y se ponen a gritar: «Te quiero», el eco responde: «Te quiero… quiero… quiero…»

Lo mismo sucede con todo en nuestra vida; no sólo nada queda sin efecto, sino que además, como muestra la ley del eco, todo lo que hacen termina por volver a ustedes: es lo que se llama también la ley de acción y reacción.

Las ondas afectan a las personas a mucha distancia

Pero las consecuencias de nuestra conducta no se perciben inmediatamente porque alcanzan en primer lugar a otras personas, a los padres, a los amigos, y a veces incluso a seres lejanos que no conocemos y que reciben las ondas emitidas por nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestros actos.
Les daré ahora otro ejemplo: se trata de una experiencia que hizo el físico Gravesande.

Se suspenden juntas una serie de bolas de forma que se toquen entre sí. En una de las extremidades de la hilera se separa la primera bola, después se la deja caer: entonces, evidentemente, golpea la segunda bola. Pero en ese momento, se produce algo asombroso: todas las bolas permanecen inmóviles a excepción de la última, la cual se separa un cierto ángulo de su posición primitiva. Este es un hecho de una importancia considerable: la última bola de la serie es la que sufre las consecuencias del choque y se separa, mientras que las demás bolas permanecen inmóviles, actuando como simples transmisoras.

Un hecho en un país puede afectar a otro – ¿pero a cuál?

Si se reflexiona sobre esta ley, se encuentran un gran número de aplicaciones prácticas. Cada país, cada sociedad representa un sistema de bolas unidas entre sí; si uno de sus miembros comete un crimen, ¿cuál es la bola que se separará?, es decir, ¿quién pagará el error? La última bola de la serie a la que pertenece esta sociedad. Sin embargo, nunca se sabe quién será esta última bola.

Los efectos que sentimos hoy pueden ser un eco de encarnaciones pasadas

Esto significa que nuestras desgracias actuales provienen de faltas que hemos cometido en el pasado o incluso en nuestras vidas anteriores; sufrimos ahora el choque de retorno. Quien tenga tiempo de estudiar y verificar, reconocerá la verdad de esta ley.
¿Quieren que les amen? Amen, eso es todo. Quien ama produce las mismas fuerzas en el universo, y esas fuerzas volverán un día hacia él. Y aunque quiera escapar no podrá; todo el mundo le amará.

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Izvor 226, El Libro de la Magia Divina
Cap. 11, Las tres grandes leyes mágicas.