Construyendo un puente entre nuestra naturaleza inferior y nuestra naturaleza superior

«La tierra no es sólo esa parte que podemos ver. Alrededor del planeta, hay una atmósfera con muchos kilómetros de profundidad, y la ciencia divide esa atmósfera en distintas capas, cada una con su propio nombre. Pero lo que la ciencia no sabe, es que dentro de cada una de esas capas, vive un infinito número de elementos y entidades, y que más allá de la atmósfera, está el cuerpo etérico de la tierra, que se extiende hasta el sol: de hecho, toca al sol.

El cuerpo etérico de la tierra, por lo tanto, se mezcla y funde con el cuerpo etérico del sol, porque el sol, también, posee un cuerpo etérico que alcanza mucho más allá de su propia esfera, tan lejos como la tierra y aún más allá, hasta los otros planetas.

Es por eso que el sol y la tierra se tocan y están unidos. Y, como el ser humano está construido a la imagen del universo, también posee esta dimensión sutil de emanaciones, desde las que proyecta rayos que alcanzan tan lejos como el sol. De esta forma podemos decir que el ser humano, en su dimensión más alta, sublime, divina, en efecto ya vive en el sol. No está consciente de eso, por supuesto, porque sólo usa su cerebro, y el cerebro está construido dentro de los límites del mundo físico.

Esa entidad, ese ser sutil que es parte de nosotros mismos y que habita en el sol, es nuestro Yo Superior. Viene a visitarnos de tiempo en tiempo, manifestándose a través de un breve contacto con nuestro cerebro. Pero nuestro cerebro es incapaz de sostener la intensidad de sus vibraciones: no puede alcanzar la misma frecuencia que el Yo Superior, así que se aleja nuevamente. Pero nuestro Yo Superior está trabajando para preparar al cerebro, y cuando esté listo, será su lugar de residencia, estará con nosotros permanentemente.

medit silence

Esto es, precisamente, lo que estamos tratando de hacer aquí, al amanecer: nuestro trabajo con el sol, nuestras meditaciones y oraciones, todas apuntan a restaurar las comunicaciones, a construir un puente entre nuestro ser inferior aquí, y nuestro Yo Superior en el sol. Cuando el puente esté construido y las comunicaciones restauradas, estaremos unidos una vez más con ese Yo Superior que habita con Dios en constante felicidad y deleite y libertad ilimitada.

Ahora, déjenme explicarles un método que les puede ayudar: Cuando vayan a la Roca (*) en la mañana, para el amanecer, imaginen que están ahí arriba, en el sol, y que desde allá pueden ver a esa criatura aquí abajo: esa criatura que son ustedes. Se proyectarán fuera de sus cuerpos y se divertirán, observándose y sonriendo a ustedes mismos, sentados aquí: «Oh, mira esa divertida criatura allá abajo: y pensar que soy yo. ¡Cuan pequeña y débil se ve! Pero le voy a ayudar: Lo haré. Le daré toda la ayuda que necesita.».

Si hacen este simple ejercicio todos los días, estarán ya comenzando a reconstruir el puente. Nadie puede decrirles cuánto tomará en completar el trabajo, pues no están construyendo con hierro, acero o concreto, sino que con otra materia, mucho más sutil, la materia del plano mental. Cada uno de ustedes ha sido invitado a realizar este trabajo, pero me pregunto cuántos están listos para ir tan lejos…»

 

(*) Promontorio rocoso en El Bonfin, sur de Francia, donde se observa el amanecer.

 

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas 10, Los Esplendores de Tipheret
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