Cuando comen, vuestro organismo absorbe los elementos que le son útiles e intenta eliminar aquellos que le son extraños, o que le perjudican. Pero el organismo no está siempre en condiciones de hacer esta selección, o porque lo han sobrecargado, o porque la nutrición absorbida contiene demasiadas impurezas. Entonces, los residuos se acumulan en varios órganos, especialmente en los intestinos, que son los más afectados.

Pero aunque sea puro, el alimento deja residuos en nosotros; por ello, es bueno ayunar de vez en cuando para permitir al organismo hacer el trabajo de limpieza necesario. Por otra parte, el ayuno es un método preconizado por la naturaleza. Observad a los animales: cuando están enfermos, instintivamente ayunan; se esconden en algún sitio, encuentran una hierba que les purgue, y se curan.

Ayunar es una costumbre saludable, y sería deseable que cada uno ayunara cada semana durante veinticuatro horas, si las condiciones se lo permiten, consagrándose muy particularmente a un trabajo espiritual: uniéndose a entidades luminosas, escogiendo música y lecturas que puedan inspirarle, purificando sus pensamientos y sentimientos.

Quienes deseen ayunar deben comprender las cosas de otra manera. Si sienten molestias no deben asustarse, sino continuar hasta que éstas cesen. Si interrumpen entonces el ayuno, obran como aquellos que ante el primer brote de fiebre, empiezan a tomar pastillas para detenerla. Evidentemente, se sienten enseguida mejor, pero ignoran que deteniéndola, se están preparando con toda seguridad alguna enfermedad para el futuro.

Dejen que vuestro organismo reaccione por si mismo. Cuando éste se encuentra «a tope», reacciona intentando rechazar y disolver todos los residuos; por eso sube la temperatura. Y es necesario soportar esta temperatura, ya que es la demostración de que se está haciendo la limpieza.

(Concluirá…)

Omraam Mïkhael Aïvanhov

Leer más en…
El Yoga de la Nutrición, Izvor 204
Capítulo 7, «El ayuno».
Hrani Yoga, Obras Completas, Vol. 16.