«Ya han recibido mucho esta mañana a la salida del sol, ¿qué quieren que yo añada ahora? Estoy aqui para interpretar ciertos fenómenos, para darles explicaciones, para orientarles, eso es todo; para lo demás, diríjanse al sol. ¡Miren tan sólo el trabajo que hace sobre todas las pequeñas simientes que dormían! Les dice: «¿Qué esperan? Ahora tienen que dar algo. ¡Vamos, a trabajar! -Pero, somos pequeñas, somos débiles…..no, prueben y verán, yo les voy a ayudar».

Y entonces todas estas pequeñas simientes cobran ánimo. Cada dia el sol las calienta, las acaricia, les habla, y, después de algún tiempo, se ven aparecer unas flores magnificas junto a las que los poetas, los pintores, los músicos, vienen a maravillarse y a inspirarse. ¿Por qué no iba a suceder lo mismo con nosotros?

Nosotros somos semillas plantadas en algún lugar del suelo espiritual y, expuestos a los rayos del sol, podemos producir colores y perfumes tan exquisitos que hasta las divinidades queden extasiadas. ¿Qué es una flor? No sabe ni cantar, ni danzar, ni tocar el violin, y sin embargo, hasta los cantores, los bailarines y los músicos se extasían ante ella… y si, de igual forma, nosotros sabemos ser como flores, ¿por qué las divinidades, que son muy superiores a nosotros, no iban a quedar fascinadas? Dirán: «¡Qué bonita flor!», y se ocuparán de nosotros para hacemos aún más puros, más luminosos, más perfumados.

Ahi está, pues, la renovación, la regeneración que se acerca; y éste es el proceso que nos interesa: todo lo demás debemos dejarlo de lado. Este periodo del equinoccio de primavera [del hemisferio norte] es uno de los más importantes del año. Y si se ha situado la resurrección de Jesús en este momento es porque, en realidad, se trata de la resurrección de toda la naturaleza que era ya festejada desde mucho antes de Jesús.

«Si no mueren, no vivirán», dijo Jesús. La noción de resurrección está obligatoriamente ligada a la de muerte, de descomposición. En tanto no muere, la semilla se opone a la manifestación de la potencia de vida oculta dentro de ella. En el hombre, es la naturaleza inferior la que debe morir para dejar su sitio al espíritu, el principio divino, que encuentra entonces la posibilidad de liberarse para actuar y transformarlo todo.»

(Concluirá…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Izvor 209, Navidad y Pascua en la Tradición Iniciática.
Cap. IV: “Si no mueren, no vivirán”.