Y aquí hay otra historia. Un obispo quiso un día pasearse en barca en un gran lago de montaña. Al otro lado del lago, descubrió, a la orilla del agua, a un pastor que apacentaba su ganado, con un rostro iluminado por la paz y la alegría. El obispo le llama, le pregunta si cree en Dios y cómo reza.

El pastor, muy contento por este honor, responde muy humildemente: «Es muy sencillo, para dar gracias a Dios, coloco mi bastón sobre la hierba y salto por encima de un lado a otro.» El obispo indignado, exclama: «¡ Pero esto es insensato! No se reza así. Te voy a enseñar cómo hay que hacerlo.» Y le explica extensamente al pastor cómo debe arrodillarse y qué frases debe pronunciar para expresar su gratitud al Señor.

El pastor escuchaba con mucha humildad y se sentía muy contento de aprender a rezar mejor. El obispo se marcha y sube de nuevo a la barca que se aleja de la orilla. Estaba ya lejos cuando vio correr hacia él al pastor gritando : «Padre mío, vuélvame a decir las palabras de la oración, que las he olvidado.» Viéndole caminar sobre el agua, el obispo, asustado, respondió: «Hijo mío, reza como quieras, pues sabes de eso más que yo

En la vida sucede que nos encontramos con personas simples que no tienen ningún saber filosófico o científico, pero que viven verdaderamente. Entiéndanme bien, no tengo nada contra los sabios, yo mismo procuro saber el máximo posible de cosas; pero quiero hacerles comprender que, a menudo, olvidamos lo que es más importante en la vida: la gratitud hacia el Señor.

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas, Vol. 1, El Segundo Nacimiento