Cuántas veces en las recepciones, hace años, encontré personas estupendas, instruidas, cultas… Empezaba a conversar con ellas y he aquí lo que me sucedía a menudo.

Encuentro a un viejo señor que me dice que busca la verdad. Yo me siento maravillado, extasiado, porque buscar la verdad, es honroso ¿no es así?, es glorioso. Le pregunto: «¿Y aún no la ha encontrado? – No – ¿Y sigue buscándola? – Sí – ¡Ah, es maravilloso! Pero, ¿acaso la verdad es tan difícil de encontrar?… ¿Qué edad tiene usted, señor? – Setenta y cinco años. – ¿Y aún no ha encontrado la verdad? – No.»

Encontramos la verdad pero no la aceptamos

En este momento yo empiezo a cambiar de expresión. «Entonces, escúcheme, señor, tengo que decirle que usted ya ha encontrado la verdad varias veces en su vida, pero que no la ha aceptado, y le diré la razón.» El me mira extrañado. «Sí, señor, digo que la verdad es muy fácil de encontrar, está en todas partes, y usted la ha encontrado, la ha visto, la ha oído, pero nunca la ha aceptado, porque usted tenía muchas otras cosas en la cabeza distintas de la verdad. Usted busca su verdad, y cuando encuentra «la» verdad, puesto que no es la que busca, dice: «No, no, yo busco otra verdad, una verdad que me dé dinero, placer… Yo seré el amo y ella será mi sirvienta. »

Si realmente quisiéramos hallar la verdad, la habríamos encontrado hace mucho

Pero la verdad no es una sirvienta, sino una princesa a la que hay que servir; pero usted no quiere servir, sino ser servido. Entonces, usted no busca la verdad, señor, sino que busca una servienta para que satisfaga todos sus caprichos.

Si usted hubiese querido realmente encontrar la verdad, la hubiese encontrado desde hace tiempo, porque siempre está ahí, y todavía hoy la puede encontrar, pero usted no quiere.» ¡Qué conversación! ¿verdad? …Pero no les contaré lo que pasó luego…

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas, vol. 26. Acuario: Llegada de la Edad de Oro, I