El alimento asimilado por cada ser se convierte en lo que él es. Las personas malvadas no se perfeccionan con el alimento que absorben; se vuelven todavía más malvadas; y los que son buenos se vuelven aún mejores comiendo. Por esta razón, los Iniciados dicen: «Señor Dios, yo te sacrifico mi vida, tómame como holocausto, como víctima, absórbeme…» Saben que no desaparecerán, que no serán aniquilados, sino que el Señor los transformará en su propia sustancia, de manera que su naturaleza será igual a la del Señor. Todos los verdaderos espiritualistas han comprendido que no existe nada más deseable que ser consumido por Dios, y ésta es la razón de que se ofrezcan a Él en sacrificio. Pero, ¿cuántos han comprendido lo que es realmente el sacrificio? La sola palabra ya les da miedo porque la asocian a la idea de dolor y de muerte.

Y ello es así en las regiones inferiores: si el ser humano es devorado por entidades inferiores, está perdido. Pero si se ofrece a las entidades celestiales, entonces se enriquece, se engrandece, se embellece, resucita. No hay que tener miedo, hay que tener el valor de ofrecerse en sacrificio al Cielo, porque El devorará a la personalidad, la aniquilará y entonces podrán decir: «Ya no soy yo (la personalidad), es el Cristo (la individualidad) quien se manifiesta a través mío, quien me ilumina y me guía».

Ahora permítanme dejarles esta idea muy clara. Jamás podrán transformar vuestra naturaleza inferior. No importa cuánto trabajo y cuántos esfuerzos hagan; no lo van a conseguir. Lo único que pueden hacer es dar a vuestra naturaleza divina la posibilidad de absorberla y hacerla desaparecer.

La naturaleza inferior —ya se los he dicho— es una emanación de la naturaleza superior. Para poseer pleno conocimiento de la vida y del universo, era preciso que el ser humano abandonara el Paraíso en donde vivía junto a Dios y descendiera a la materia. Este descenso —que se llama involución— pudo realizarlo porque fue adquiriendo cuerpos cada vez más densos: los cuerpos mental, astral y físico.

Pero el ser humano está predestinado a regresar un día a su patria celestial, y a este proceso se le llama evolución : supone abandonar sus cuerpos inferiores para vivir únicamente en sus cuerpos superiores (los cuerpos causal, búdico y átmico), convirtiéndose entonces en una divinidad.

 

Omraam Mikhael Aivanhov –
Izvor 213,  Naturaleza Inferior y Naturaleza Superior

Para leer más: La voz silenciosa del Yo Superior.