El Árbol Sefirótico

Sí, pero no come salchichas

Las criaturas nocivas, malas, tenebrosas, tienen necesidad de comer, y las criaturas buenas, las criaturas de Dios, también. Incluso expliqué en otra conferencia que Dios Se alimenta, y los cristianos estaban horrorizados: «¿Cómo, Dios tiene necesidad de comer?» ¡Evidentemente, no come salchichas! «Y, ¿qué come entonces?» ¡Ah! estos cristianos, ¿cuándo podré lograr que me comprendan?

Está dicho en el Génesis que el hombre ha sido creado a imagen de Dios, y puesto que el hombre come, ¿por qué no iba a comer Dios? Él come y son los Serafines quienes Le alimentan ofreciéndole emanaciones, radiaciones, substancias tan sutiles, tan puras, tan preciosas, que difícilmente podemos concebirlo.

El Señor no nos habitará hasta que alcancemos la pureza

Echando un vistazo sobre la mayoría de hombres, un clarividente puede constatar que el cuerpo físico, que debería ser el templo del Altísimo, en realidad se ha convertido en la guarida de numerosos animales. Los humanos han olvidado lo que debe ser su templo. Es preciso que el Señor vuelva y diga: «Conserven limpio mi templo, de lo contrario me veré obligado a marcharme y se sentirán abandonados. No puedo quedarme en un lugar tan sucio».

A los humanos se les ve siempre inquietos, molestos, desgraciados… Ello prueba que no pueden alcanzar la presencia del Señor que les iluminaría. ¿Y por qué no pueden? Que se hagan esta pregunta. Porque no han introducido en su cuerpo más que porquerías, han abierto las puertas a criaturas infernales, sin pensar siquiera que por esta razón Dios no habita en ellos y no envía a ninguno de Sus ángeles. Porque, a no ser que una persona se convierta en algo absolutamente puro, el Señor no vendrá a asentarse en él; pero puede enviar a uno o varios representantes, a ángeles o genios. Ahora bien, si se le ha olvidado purificar su cuerpo y se encuentra en el frío y la oscuridad, tiene que concluir por decirse: «Es verdad, he hecho todo lo que he podido para llegar hasta aquí: he introducido entidades espantosas y ahora el Cielo me abandona». Esto es lo que hay que decir, porque es la verdad.

Pidan a los ángeles de la tierra, del agua, del aire y del fuego que les purifiquen

Les he dado métodos de purificación en varias ocasiones. No es suficiente meterse en el agua de un cubo o en un río para purificarse y sin embargo, ¡éste es el bautismo para muchas sectas que no están iluminadas ni instruidas en la verdadera Ciencia iniciática! Aunque se zambullan tantas veces como quieran no se purificarán, porque no es el agua física la que purifica, sino otra agua; y el verdadero bautismo no ocurre solamente en el plano físico, sino también en otras regiones. La verdadera purificación concierne a cuatro regiones que la Cábala llama Asiah, Ietzirah, Beriah, Atziluth, y que corresponden a los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Cada elemento está representado en lo alto por los cuatro Angeles más elevados de la jerarquía: los Serafines, o Hayot ha-Kadesch, como les llama la Cábala.

Así pues, pueden hacer este ejercicio: al Ángel de la tierra le piden que limpie el cuerpo físico de ustedes, al Ángel del agua que lave el cuerpo astral, al Ángel del aire que purifique el cuerpo mental, y al Ángel del fuego que santifique sus espíritus. He aquí un trabajo fantástico que pueden hacer durante los ejercicios de respiración. Ya les he hablado extensamente sobre esto.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas, vol. 26, Acuario: Llegada de la Edad de Oro, I
Cap. 2, La verdadera religión de Cristo