Queridos amigos y amigas, es maravilloso recibir comentarios por parte de ustedes. El consenso ha sido mantener el contenido y extensión de nuestras publicaciones, postear un poco menos frecuentemente, e incluir más extractos sobre prácticas diarias y métodos recomendados por el Maestro.

Así que haremos algunos pequeños ajustes a nuestras publicaciones, de acuerdo a lo que ustedes solicitan, y si hay algún tema que desean que toquemos, por favor dígannos a través de nuestro correo electrónico. Les deseamos todas las bendiciones para este año 2018, de parte del equipo de Viaje con Omraam: John, Valerie y Alvaro.

Para seguir bien con este año, publicaremos una serie de extractos de una conferencia dada por el Maestro, en París, el día 2 de Abril de 1938, muy poco tiempo después de su llegada a Francia. En esta serie, el entonces «Hermano Mikhael», como se le conocia, nos lee una carta de su Maestro Peter Deunov. Al final de cada posteo habrá algunas bellas y poéticas citas de Peter Deunov.

«Estoy muy contento de haberles leído hoy la carta que acabo de recibir de mi Maestro’. Han comprendido su contenido: todo es claro, luminoso, límpido. Pero hay quizás una frase cuyo sentido no han penetrado bien y sobre el que me gustaría darles algunas explicaciones.

Los sistemas Egocéntrico, Biocéntrico y Teocéntrico

El Maestro dice: ‘Existen tres sistemas en la vida: los sistemas egocéntrico, biocéntrico y teocéntrico. Todos los seres humanos se clasifican en uno u otro de estos sistemas»

El significado de estos términos es fácil de definir. El sistema egocéntrico (del griego «ego», yo) tiene como centro el yo. el individuo. El sistema biocéntrico (del griego «bios», vida) tiene como centro la vida, con todas sus diferentes manifestaciones Finalmente, el sistema teocéntrico (del griego “theos», dios) tiene a Dios como centro. ¿Ven?, hay, pues, tres centros: el yo. la vida y Dios. Podemos, por otra parte, encontrar también estos tres centros en el mismo ser humano: el sistema egocéntrico tiene su sede en el vientre y las vísceras, el sistema biocéntrico en el corazón y los pulmones, y el sistema teocéntrico en el centro del cerebro, en la glándula pineal.

El sistema egocéntrico está relacionado con la «personalidad», con todas las fuerzas en el hombre que utilizan exclusivamente medios egoístas para salvaguardar sus intereses y sus bienes más materiales.

El sistema biocéntrico ya está más vuelto hacia los demás. Predispone a los seres a hacer intercambios, a fundar una familia, a participar en la vida de la sociedad. A diferencia del sistema egocéntrico, que lleva siempre al hombre a vivir sólo para si mismo, el sistema biocéntrico le impulsa a trabajar para la colectividad, a ensanchar el circulo de su actividad, de sus preocupaciones.

El sistema teocéntrico supera en amplitud al sistema biocéntrico; sólo hay sitio en él para lo que es impersonal y divino, para las cualidades y actividades de nuestro Yo superior, que se da como tarea llevar todo hacia Dios y establecer su Remo en cada criatura.

Los seres humanos que pertenecen al sistema egocéntrico son limitados, obtusos y groseros. Son incapaces de ver que existe un mundo con unas preocupaciones superiores a las suyas. Representan a la mayoría de la humanidad que sólo piensa aún en satisfacer sus necesidades más primitivas. Pasan, a veces, por ser muy inteligentes, porque se las arreglan bien a expensas de los demás, pero no saben que con semejante actitud van a desmoronarse poco a poco hasta convertirse en abono químico.

Quienes pertenecen al sistema biocéntrico trabajan para preparar las vías de comunicación y para construir puentes espirituales. Se lanzan al espacio para estudiar, investigar y hacer partícipes a los demás de sus hallazgos Sirven de intermediarios entre los hombres de la primera categoría y los de la tercera. Son los artistas, los filósofos, los investigadores.

En cuanto a los seres humanos que pertenecen al sistema teocéntrico, sirven igualmente de conexión; conducen a los seres del sistema biocéntrico hacia un ideal más elevado, hacia el Creador del universo. Son los místicos y los filósofos más notables, los Iniciados, los grandes Maestros.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Y ahora, para terminar, quisiera leerles algunos pasajes del libro: «Las palabras sagradas del Maestro»:

Cuando algo turbe tu mirada, capta, detrás del velo de las formas transitorias. el infatigable trabajo del Espíritu que tiende a elevar las almas hacia el Eterno. Detrás de cada forma ve la imagen del Eterno.

Las formas no son más que la envoltura: en nada turban al discípulo porque éste busca siempre la idea eterna que trabaja en las formas y les da valor. De esta manera se une al mundo del Espíritu, a la vida del universo.

Que nadie sea puesto al comente de tus experiencias espirituales hasta que no hayas identificado en ti un punto de apoyo muy seguro.

Debes estar siempre en contacto con el Dios del Amor. El pecado nace fuera de Dios.

Es necesario que el discípulo pase algún tiempo en la soledad para hacerse fuerte. Asi se consolida el pensamiento.

Bajo los rayos del Sol. las flores se abren y los frutos maduran. El alma del discípulo sólo crece en el amor divino.

El discípulo es feliz por la elevación de cada alma y contribuye a ella. Hay una ley del mundo espiritual que dice: Cuando uno se eleva, todos se elevan.

Cuando el discípulo comprende exactamente a su Maestro, está preparado para recibir y siempre le será dado.