Estos tres sistemas, egocéntrico, biocéntrico y teocéntrico. se encuentran también por todas partes en la naturaleza: en las piedras, las plantas, los animales, las estrellas… pero los estudiaremos particularmente en el ser humano.

Les dije hace un rato que en nosotros estos tres sistemas tienen su sede en el estómago, en el corazón y los pulmones, y en la cabeza. Pero también los encontramos representados en el rostro: el sistema egocéntrico en la boca, el sistema biocéntrico en la nariz y el sistema teocéntrico en los ojos.

  • A través de la boca el ser humano no cesa de introducir en él los alimentos que sirven para su propia conservación.
  • La nariz… en los animales es el olfato que sirve para establecer el primer contacto; ¡y también en el ser humano se dice que es el ‘olfato» el que regula sus relaciones con los demás! Asimismo, a través de la nariz la vida penetra en tos seres, gracias al aire. Se dice en el Génesis que Dios insufló un alma viviente en el hombre a través de sus orificios nasales. Respiramos por la nariz, y la respiración es la vida.
  • En cuanto a los ojos, son la representación del sistema teocéntrico. porque con los ojos contemplamos la luz, la verdad, la belleza.

Estas correspondencias, en realidad, no son absolutas, porque, según sus manifestaciones, cada órgano puede representar a más de uno de los tres sistemas: ego -, bio-, o teocéntrico. Tomemos el caso de la boca; ésta representa el sistema egocéntrico cuando comemos pollos, jamones, morcillas, pero representa el sistema biocéntrico cuando se dirige a otros seres en las conversaciones, los intercambios; y representa el sistema teocéntrico cuando habla de todo lo que es elevado, sublime, y que da un sentido a la vida. Podemos decir lo mismo para los demás órganos en los que volvemos a encontrar también los tres niveles de actividad.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Y ahora, para terminar, quisiera leerles algunos pasajes del libro: «Las palabras sagradas del Maestro»:

¡Intensa es la vida del discípulo! El discípulo pasa por alegrías y profundas penas que el mundo no conoce. Es la pena de todas las simientes enterradas en la tierra oscura y la alegría de todas las flores que han crecido y se han abierto a la luz.

La Verdad excluye todo placer. La Sabiduría excluye toda ligereza. El Amor excluye toda violencia.

El discípulo vive en la luz. Éste es el único mundo real. La sombra no es real. Evita todo pensamiento, todo sentimiento que sean de naturaleza tal que hagan entrar las tinieblas en tu conciencia.

¡Ten conciencia de ti mismo solamente como Alma! Considérate como un Alma viviente que aspira a unirse a Dios.

La contemplación son minutos sagrados en los que imágenes sublimes toman posesión de la concienda del discípulo. La contemplación es indispensable para el discípulo, para que pueda ver daro dentro si mismo y actuar en consecuencia.

El discípulo oye siempre hablar a Dios en su alma. Todo temor desaparece entonces y una paz profunda rema en él. Es libre.