– Cada uno de ustedes será una luz, un sol, un manantial

Sí, les estoy trayendo una nueva filosofía, una nueva forma de comportarse, una nueva forma de pensar, actuar, y manifestarse. Esta nueva forma es muy distinta de todas las otras personas que han enseñado sobre religión, pero no puedo evitarlo. Se me ha dado la tarea de traerles estas nuevas nociones. Las antiguas nociones eran válidas para el individuo pero no de mucha ayuda para la comunidad. Ha llegado la hora de dejar de trabajar sólo para nuestra salvación personal.

Hoy debemos trabajar para el mundo entero, para la humanidad entera, y la única forma de que podamos hacerlo, es poniendo en práctica esta nueva filosofía, y elevarnos mentalmente al cielo, de manera que traigamos la luz, el amor, la paz y la eternidad del cielo al plano físico. Este proceso de traer el cielo a la tierra debe comenzar con nuestros propios cuerpos físicos; la vida del cielo debe impregnar e irradiar desde nuestros cuerpos físicos.

Cuando los seres humanos consiguen esto, la Edad de Oro, el Reino de Dios vendrá verdaderamente, y cada uno será una luz, un sol, un manantial. Lo grande es aceptar la enseñanza del triángulo que apunta hacia abajo, el triángulo del espíritu, y ya no aferrarse exclusivamente a la filosofía del triángulo de la materia.

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La tendencia de la materia es ascender, la del espíritu, descender. Este mismo patrón se reproduce por un hombre y una mujer que se unen en el acto de amar: el hombre mira hacia abajo, y la mujer hacia arriba. En esto, los seres humanos sencillamente se comportan de acuerdo a los principios establecidos desde toda la eternidad por la inteligencia cósmica, de acuerdo a los cuales la materia – que necesita ser espiritualizada -, y el espíritu – que necesita materializarse – se encuentran y unen en el espacio. Y es en esta unión que el espíritu fertiliza a la materia. Como ven, hay simbolismo, elocuencia y filosofía en cada acción humana, pero los seres humanos mismos no ven ni entienden nada de ello.

Nuestra tarea es traer el espíritu a la tierra. Es por eso que deben usar sus meditaciones y oraciones, para rogar por esta luz y visualizarla, visualizar este espíritu, esta fuerza divina, descendiendo en ustedes e impregnando cada célula de su ser. Un día, cuando hayan trabajado con esto por años, sentirán que el cielo está en el interior de ustedes, que la luz está en su interior, que el amor está en su interior. Cuando ese día llegue, encontrarán que es mucho más fácil ayudar a otros y despertarlos a esta realidad. Pero, si a través de un falso entendimiento de la espiritualidad, permanecen vacíos, estériles – un página en blanco – no serán de bien para nadie. ¡Se debe permitir que descienda el espíritu!

 

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Es cuando el espíritu descienda en la materia que el niño – esto es, el Reino de Dios y toda la belleza de Dios – nacerá en el mundo. Este es el nuevo amanecer, el nuevo trabajo que está ante nosotros: traer todo el esplendor, todas las bendiciones, toda la luz y la paz del cielo a la tierra; ante todo, a nuestra propia tierra, nuestros propios cuerpos físicos, y luego a todo el mundo, a todos los seres humanos. Debemos avanzar en un nuevo camino, pues es de un claro egoísmo querer huir de la tierra bajo el pretexto de la espiritualidad o la religión. ¡Benditos los que me puedan entender!

 

(Continuará…)

Omraam Mikhael Aivanhov
Obras Completas, Vol. 26, Acuario: Llegada de la Edad de Oro, Cap. 2

Imagen: «Water Child» por Josephine Wall